La muerte de Rasputín: 98 años de la muerte más aparatosa

Esta historia se publicó anteriormente en nuestra colaboración con QuéAprendemosHoy

El matrimonio Yusupov
Hoy, 30 de diciembre se cumplen 99 años del asesinato de uno de los hombres más odiados de la Historia de la Humanidad, aunque en Ad Absurdum es muy querido por el sinfín de historias absurdas que inspira o protagoniza. El propio Rasputín era consciente de que su influencia y su relación amorosa con la zarina no eran del gusto de los aristócratas más poderosos del país, e incluso sospechaba que su vida acabaría en manos de alguno de estos, como finalmente ocurrió. Algunos nos inclinamos a pensar que más que su influencia en la Corte, lo que más despertaba el recelo y la envidia del resto de aristócratas era el tamaño de su pene: cuarenta centímetros de miembro viril de los que se se han conservado casi treinta en el museo del Erotismo de San Petersburgo. Por un motivo o por otro, lo que estaba claro es que alguien tenía que asesinar al clérigo superdotado. 
El plan estaba claro, y parecía infalible: el joven noble Yusúpov sabía del interés sexual del monje por su esposa Irina, así que lo invitó a un banquete que ofrecía en su propia casa bajo el pretexto de presentarle a su mujer. Durante la celebración, Rasputín sería envenenado poniendo grandes dosis de cianuro en su comida.
Y así fue, Rasputín aceptó sin pensarlo dos veces la invitación del noble y acudió al banquete. Una vez allí, comió una y otra vez unas pastas embadurnadas con veneno, sin embargo, no parecía hacer efecto alguno sobre el monje. Mientras comía, no dejaba de preguntar a Yusúpov por su esposa, y este respondía que estaba retocándose, cuando, en realidad, Irina ni siquiera se encontraba en el país. Toda medida para alejar a su mujer era poca, no fuera que el desmesurado pene ortodoxo la alcanzase allá donde estuviese.
El tiempo corría, y Rasputín comía, y en lugar de empezar a sentirse mal, el monje tomó una guitarra y se puso a cantar. No es lo normal tras la ingesta de cianuro, pero se ha dado el caso.
Cadáver de Rasputín con heridas de bala en la cabeza
Desesperado, el anfitrión corrió a hablar con otros conspiradores, y, de vuelta a la sala donde Rasputín cantaba, comía y bebía, Yusúpov desenfundó su pistola y le disparó, cayendo al suelo el cuerpo del místico. Inmediatamente, el resto de invitados tomó el cadáver y lo trasladaron a una sala a la espera del momento indicado para deshacerse de él. Sin embargo, en un momento en que el verdugo velaba el cuerpo, Rasputín regresó de entre los muertos, lo agarró por el hombro y lo maldijo antes de saltar por la ventana y huir corriendo por la nieve. Ni el cianuro, ni las balas habían podido con él. En aquel momento Yusúpov volvió a realizar tres disparos y, cuando el monje volvió a caer, se aproximó a él y lo remató con un tiro en la cabeza.
A las cinco de la mañana del día siguiente, los conspiradores tomaron el cuerpo del monje y lo arrojaron a través de un agujero en el congelado río Neva. Finalmente, cuando su cuerpo fue localizado sin vida en el río, se le realizó la autopsia que determinó la causa de su muerte: ¡ahogamiento! Efectivamente, Rasputín no había muerto a causa de los disparos, los golpes ni el cianuro, había muerto ahogado.

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