Uno, grande y real: los calibres genitales de los Reyes de España
El tamaño no importa, dice el tópico. Pero importa mucho menos si eres rey, pues la mayor o menor medida de tus proporciones no va en relación al número de amantes, que para eso eres soberano.
No obstante, hasta nosotros han llegado algunos datos llamativos respecto del tamaño de los penes de algunos de los reyes de España. Así que lancémonos a un recorrido por los regios miembros de la Corona española.
Aunque no tenemos datos suficientes como para establecer un ranking, todo parece indicar que, de hacerlo, estaría liderado por Fernando VII. Al parecer, su miembro viril alcanzaba proporciones épicas, aunque no venía precisamente de ahí su apodo, El Deseado.
Vidal VII |
Tan grande era, que sus sucesivas esposas sufrían terribles dolores cada vez que Fernando sentía el picorsito, por lo que los médicos de Su Majestad tuvieron que idear un cojín circular con un agujero en el centro que empleó el monarca como tope en sus coitos con la reina María Cristina para evitarle desgarros y dolores.
Que por cierto, fuera de España, también el rey Carol II de Rumanía tuvo que emplear el mismo artilugio, y varias de sus amantes tuvieron que ser operadas a causa de sus embestidas.
Son varias las fuentes que se refieren a este rasgo del monarca, pero destacaremos un texto de Próspero de Merimée, escritor e historiador francés al que los tiempos modernos e Internet acabarán reduciendo a autor de la descripción del pene de Fernando VII. Según él, era un miembro «fino como una barra de lacre en su base y tan gordo como un puño en su extremidad». Vamos, feo de cojones, y nunca mejor dicho.
Pero además Merimée recoge otros detalles tan escabrosos como que quizá la reina María Josefa, virgen y con tan solo 15 años, se cagó literalmente de miedo la primera noche que pasaron juntos: «a su primer esfuerzo para abrir una puerta, abrióse con toda naturalidad la de al lado y manchó las sábanas con un color muy distinto al que se espera después de una noche de bodas».
Pero dejémonos de guarrerías. Es muy posible que a Fernando VII le siguiera de cerca en el ranking el Austria Felipe II. Si bien hoy sabemos que Fernando sufría macrosomía genital, de Felipe nos cuentan los cronistas que ostentaba un generoso miembro, aunque sin llegar a la enfermedad.
Concretamente tenemos noticias de su encuentro con la que fue su segunda mujer, su tía María Tudor (la que dio nombre a los bloody mary).
Ella era una señora mayor, «más vieja de lo que nos decían», según uno de los consejeros de Felipe que viajó a Inglaterra acompañando al aún joven príncipe, y encima era muy poco agraciada: «para hablar verdad con vuestra merced, mucho Dios es menester para tragar ese cáliz», le confesó el consejero al español.
Retrato de la susodicha, de Antonio Moro.
Sin embargo, el rey se portó, bebió del cáliz e «hizo en esto lo que un Isaac, dejándose sacrificar por hazer la voluntad de su padre», relatan las crónicas en referencia al matrimonio concertado por su progenitor, Carlos I.
Según nos cuentan, la reina quedó tan extenuada después de aquel primer encuentro sexual, que necesito varios días para recuperarse, y permaneció en cama esas jornadas mientras el príncipe Felipe viajaba por Inglaterra para familiarizarse con el país.
Aunque muchos achacan esa extenuación al tamaño del miembro real, hay un dato importante: a pesar de su edad, para María aquella era su primera relación sexual. Sin embargo, según sabemos por encuentros sexuales posteriores, varias amantes y consortes sufrieron dolores al acostarse con él por este motivo.
No obstante, los dolores que provocaba el miembro de Felipe II no eran de las proporciones de los causados por Fernando VII, sino de esos a los que te acabas acostumbrando e incluso aficionando…
Mirada sensual (retrato de Antonio Moro, otra vez)
Y si no, que se lo digan a Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe y cuyos primeros encuentros sexuales con el rey fueron retransmitidos por carta por un acompañante que señaló que «la constitución del rey causa graves dolores a la reina, que necesita mucho valor para evitarlo». Y según los especialistas en este tipo de epístolas, donde dice «constitución», debemos leer «pene».
Aunque desconocemos las medidas de otros monarcas españoles, desde luego sería interesante conocer las de Felipe IV o Felipe V, que aunque no fueran los mejor dotados, seguro que fueron los reyes con los miembros más desgastados, pues le dieron un uso más que generoso.
Pero dejémonos de elucubraciones, porque desde luego también sabemos, casi con seguridad, quién estaría al otro extremo de este hipotético ranking, y ese es Carlos II.
Que su arrebatadora mirada y su pelo Pantene no te engañen.
(retrato de... esta vez no, esta vez es de Juan Carreño de Miranda)
(retrato de... esta vez no, esta vez es de Juan Carreño de Miranda)
Que sí, que por todos es sabido que el pobre Carlos sufría todo tipo de enfermedades y malformaciones a causa de la tradición endogámica de los Austrias españoles. Pero el colmo es que, al contrario que Fernando VII, Carlos II sufrió hipogenitalismo. Esto es, que su miembro tenía unas proporciones minúsculas.
Y no es lo único que sabemos sobre el pene de Carlos II, pues su particularidad era aún mayor: además de hipogenitalismo, el rey sufría hipospadias. Esto quiere decir que, además de tenerlo pequeño, la abertura de la uretra no estaba donde debía, en el extremo del pene, sino a mitad o en la base del mismo.
No obstante, poco uso le iba a dar el soberano, pues a sus muchas enfermedades habría que añadir una esterilidad y una eyaculación precocísima que harían imposibles sus relaciones y su reproducción, como finalmente se mostró al morir sin descendencia.
Y es que, efectivamente, nuestros Juan Carlos I y Felipe VI, como Borbones, no son herederos del hipogenitalismo de Carlos II, sino de la macrosomía de Fernando VII. Así que dejaremos que la imaginación del lector haga el resto para actualizar este repaso a las medidas de los penes regios españoles, que sobre su uso ya hay mucho escrito.
- AD ABSURDUM (2017): Historia absurda de España. La Esfera de los Libros.
- CERVERA, C. (2016): Los Austrias. El imperio de los chiflados, La Esfera de los Libros.
- GARCÍA-ESCUDERO LÓPEZ, Á., et alii. (2009): "Carlos II: del hechizo a su patología génito-urinaria", en Archivos Españoles de Urología, vol. 62, nº3.
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Corinna está de acuerdo.
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