Un kilo de 800 gramos: frente a la crisis, imaginación

Antonio Maura, presidente de Gobierno de España
Que los políticos maquillen cualquier aspecto de la realidad para anestesiar nuestras pobres mentes y manipularnos a placer es algo tan viejo como la propia política. Y lo mejor de todo es que es en tiempos de crisis cuando se agudiza el ingenio de estos profesionales del desbarajuste, y buena muestra de ello es la neolengua que políticos de todos los colores y signos han inventado en la situación de crisis actual: no es "crisis", es "recesión" o "crecimiento negativo"; no son "recortes", son "ajustes", y por supuesto no hablemos de contratos en diferido, minijobs, flexibilización, externalización,... Pero lo realmente peligroso llega cuando esto ya no se limita al mundo de las palabras y pasa a la realidad.
Así ocurrió en la primera mitad del siglo XX en España, coincidiendo con el desarrollo de la Primera Guerra Mundial. Al frente de un gobierno de coalición entre conservadores y liberales se encontraba Antonio Maura, que se enfrentaba a un serio problema, la elevación del precio de un producto tan básico como el pan.
¿A qué se debía esto? Pues ahora, más que nunca, vamos a ser capaces de entenderlo, pues puede que nos recuerde a algo: los fabricantes de pan culpaban al elevado precio de la harina, y a su vez, los productores de harina culpaban a la falta de trigo. Sin embargo, y de ello podemos estar seguros, en España, si algo no faltaba, era el trigo. La realidad era la especulación y la picardía propias del ser español: los especuladores estaban reteniendo la producción para elevar los precios y, además, gran parte de la producción se estaba vendiendo ilegalmente a los países que participaban en la Gran Guerra, y es que buen negocio hicieron muchos de la neutralidad española en el conflicto, pero eso es otra historia...
Fragmentos del periódico ABC
Así las cosas, el gobierno de Maura, más preocupado por su reputación que por solventar el problema, y azuzado por el Ayuntamiento de Madrid que ya apuntaba la solución, no incautó las mercancías ocultas aún a sabiendas de su existencia, ni elevó el precio del pan (o al menos aparentemente), pues habrían sido medidas muy impopulares para unos o para otros. La decisión fue aún más surrealista: el pan, que por entonces estaba a 36 céntimos el kilo, pasó a 54, pero no lo hicieron así de sencillo, mantuvieron el precio pero bajaron el peso, así el gobierno español dictó una ley por la cual, en adelante, el kilo de pan pesaría 800 gramos, eso sí, conservando su precio original. Un kilo de 800 gramos de pan a 36 céntimos, y todos felices. ¡Ojo! No intentes hacer trampas, no se podían comprar dos medios kilos, que eso estaba previsto: el medio kilo de pan pesaba 400 gramos. La medida resultó ser tan popular, que aún existen panaderías y supermercados que venden kilos de 800 gramos, y si no te lo crees, te invitamos a pesar el pan que compras.
  • CONCOSTRINA, N. (2010): Menudas historias de la Historia, ed. La esfera de los libros, Madrid.
  • 10/04/1918: "Madrid al día", pág.15, en ABC, Madrid.
  • 21/05/1920: "El pan nuestro de cada día", pág. 5, en ABC, Madrid.

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