Historia absurda del selfie

¿Te has preguntado alguna vez cuándo nos volvimos tan egocéntricos como para hacernos fotos a nosotros mismos? Pues quizá te sorprenda saber que en realidad el fenómeno del selfi, autofoto, autorretrato o como lo quieras llamar es mucho más antiguo de lo que parece.
Stanley 'Selfieman' Kubrick



El término selfie, en inglés, se utilizó por primera vez en 2002 para referirse a una foto que se echa uno mismo. Y es cierto que el siglo XXI ha sido el siglo de los selfis por excelencia: todos recordamos ejemplos como el que se hicieron en los Óscar actores y actrices como Jared Leto, Jennifer Lawrence, Brad Pitt, Meryl Streep, Julia Roberts... Mira, no lo contamos, lo enseñamos:


Sin embargo, ¿nació el selfi en el siglo XXI? Seguro que al ver la palabra autorretrato ya has entendido que no, pero antes de hablar de pintura, cerremos el capítulo de la fotografía: ¿se hizo el primer selfi fotográfico en el siglo XXI?
Pues no, ni siquiera en el siglo XX, sino en el XIX. El primer selfi que se conoce en la historia es el de Robert Cornelius, que en 1839 se tomó esta imagen:



Ojo, 1839. La primera fotografía de la historia se realizó en 1826, y necesitó ocho horas de exposición para ser tomada. Que tan solo 13 años después ya hubiera alguien haciéndose una autofoto nos habla de que el fenómeno del selfi es algo muy humano.
Robert Cornelius no hizo sino empezar una tendencia que a inicios del siglo XX no mucha gente se podía permitir, solo aquellos con determinados conocimientos y, sobre todo, con recursos para ello. Curiosamente, otro de los primeros autorretratos fotográficos fue el que se tomó la famosa Anastasia. Sí, sí, la gran duquesa de Rusia, la de los musicales, películas y todas esas cosas.



La aparición de las cámaras compactas y de los móviles con cámara, así como el impacto de las redes sociales alimentaron el fenómeno hasta lo que hoy conocemos. En la actualidad es difícil encontrar a alguien que no se haya autorretratado, hasta la sonda espacial Curiosity se ha hecho un selfi en Marte. ¡Hasta un mono puede hacerlo!


 📝👉Lo de que un mono puede hacerlo es literal: en 2014 el selfi que se hizo un macaco en Indonesia abrió un pleito entre Wikipedia y el fotógrafo David Slater por los derechos de la foto. Según Slater, él había hecho el proceso previo y el mono solo había pulsado el botón, pero según Wikipedia el autor de la foto era el mono y por tanto era de dominio público. Más en BBC.

Pero, como dijimos, asociamos la palabra selfi a algo moderno, pero su traducción como autorretrato ya nos da una pista de que esta es una práctica bastante antigua. Al pensar en autorretrato, pensamos en pintura, y pensamos en famosos pintores que tuvieron el gusto de plasmarse en sus propias obras: de Leonardo da Vinci a Van Gogh, pasando por eso tan revolusionario que hizo Velázquez en sus Meninas.
Y es que unas veces el autorretrato ha sido algo explícito, como es el caso de Rafael Sanzio o el de Sofonisba Anguissola. Otros han tenido un giro, como el de Velázquez que luego siguió Goya o el de Artemisia Gentileschi (en este caso el giro es literal). Pero otros han permanecido relativamente ocultos: por ejemplo, no mucha gente sabe que en la piel desollada que sujeta San Bartolomé en los frescos de la Capilla Sixtina, quien aparece es el propio Miguel Ángel; o que la cabeza de Goliath que sujeta el David de Caravaggio es, en realidad, la del propio pintor.



Cualquier historiador del arte podría enumerar cientos de casos como estos, pero si alguien destaca en el mundo del arte como autorretratista es sin duda Alberto Durero. Durero se pintó tantas veces a lo largo de su vida que casi podríamos hacer uno de estos montajes de YouTube en los que se ve la vida de una persona a través de sus fotos. Además se pintó de muy diversas formas: se pintó con trece añitos, en la veintena, y hasta bien entrados los cuarenta; vestido, pero también desnudo; en grabados, en óleos, en acuarelas,... ¡hasta como Jesucristo!


 📝👉Durero se autorretrató varias veces como Cristo, incluso en un Ecce Homo. Sin embargo, nos dicen los historiadores del arte que no debemos entender esto como algo blasfemo, sino todo lo contrario.

A veces estos autorretratos eran obras exentas, es decir, obras en las que solo aparecía el autor. Sin embargo, la mayoría de las veces el autor se incluía como un personaje más en la escena, como en algunos de los casos que hemos expuesto.
Pero todas las referencias que hemos hecho hasta ahora se retrotraen al Renacimiento como mucho, y existen muchos más ejemplos: Hans Memling, Pedro Berruguete (no hagas bromas), Benozzo Gozzoli, Andrea Mantegna, Pinturicchio, Lucca Signorelli, Filippino Lippi (si es que van provocando)... Pero ¿podemos ir más atrás?


El señor oculto entre las columnas a la derecha es Hans Memling, el autor de esta Adoración de los Magos.
Pues, curiosamente, que tantos autores se autorretratasen en sus propias obras es para muchos historiadores del arte lo que demostraría que no se trataba de algo ególatra, sino que era una forma de firmar el cuadro. Se sospecha que esta es una práctica incluso anterior al Renacimiento y que muchas obras medievales contarían con personajes que serían en realidad el propio autor.
Sin embargo, es muy difícil señalar casos concretos porque no conocemos el aspecto, y en la mayoría de casos ni siquiera el nombre, de los artistas del medievo. Tan solo tenemos noticias de artistas como Giotto, del cual asegura Vasari que se autorretrató en algunas obras. Así que el origen de los autorretratos se va haciendo difuso y se van perdiendo pistas conforme retrocedemos en el tiempo. Pero ¿y si los primeros selfis no fueran pinturas?
Hasta ahora hemos hablado de autorretratos en fotografía y pintura, pero ¿y la escultura? Puede sonar extraño, pero tenemos casos concretos de artistas que se autorretrataron antes incluso que los pintores renacentistas pero no a través de la pintura sino de la escultura. En el siglo VIII el escultor Ursus se esculpió a sí mismo en el altar de una iglesia, y en otro altar, pero en el siglo IX, lo hizo también el escultor, o más bien orfebre, Volvinio.


Relieve del altar en el que estaría autorretratado Volvinio.
Entonces, ¿podríamos afirmar que el primer autorretrato conocido de la historia es en realidad una escultura? Pues sí: el primer selfi de la historia fue una escultura, concretamente un relieve. Y no es medieval sino mucho más antiguo... redoble de tambor...
El selfi más antiguo conocido es una estela egipcia conservada en el Museo Egipcio de Berlín en la que aparece Bek o Bak (los egiptólogos tienen un auténtico problema con esto de las vocales) junto a su esposa Taheri. ¿Y quién es el tal Bek? Pues un importante escultor egipcio de tiempos de Akhenatón que se encargó de toda la renovación escultórica proyectada por este faraón. Según los expertos, en esta estela se habría representado a sí mismo, cosa extrañísima por aquel entonces, junto a su esposa, y muy probablemente no fue la única vez que lo hizo.


Este es el primer selfi de la historia. Adorémoslo.
Pues bien, parece que hemos llegado al final de este periplo y, como vemos, efectivamente el fenómeno del selfi es algo que se remonta a prácticamente los orígenes del ser humano, y es que muy probablemente, ni siquiera Bek fuera el primero en autorretratarse.
  • Benjamin, W. (2014) Breve historia de la fotografía. Casimiro libros.
  • Roldán, M. J. (2017). Eso no estaba en mi libro de Historia del Arte. Almuzara.
  • Sougez, M-L. (2011). Historia de la fotografía. Cátedra.

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Esta historia no está incluida en nuestro nuevo libro, El pene perdido de Napoleón... y otras 333 preguntas de la Historia, pero hay otras 333 que seguro que te resultarán muy interesantes.

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