Lucha de titanes: Quevedo y Góngora hacen migas
(...)
éste, en quien hoy los pedos son sirenas,
éste es el culo, en Góngora y en culto,
que un bujarrón apenas conociera.
Así se iniciaba una de las peleas más conocidas entre dos grandes de la literatura española. Francisco de Quevedo (1580-1645), que ya apareció por este blog hablando de penes y papas (temas que, como los polos, se atraen y repelen según toque), cargaba con esas líneas contra Luis de Góngora (1561-1627).
Haciendo gala de algo tan español como es la envidia (y abrirse camino a costa de otros), estos dos titanes se lanzaron al ruedo. La historia comienza con Góngora realmente, poeta que había ganado su fama en Valladolid (rivalizando con Lope de Vega), a donde arribó Quevedo, que se dispuso a imitar los versos del cordobés y defender a Lope, consiguiendo cierta popularidad a costa de Góngora. Góngora se reía de eso, diciendo:
Musa que sopla y no inspira
y sabe que es lo traidor
poner los dedos mejor
en mi bolsa que en su lira.
No es Apolo, que es mentira.
Era la época de la sangre, que lo era todo y lo decía todo de cada uno, los orígenes de Góngora eran oscuros según los parámetros del momento, pues era de ascendencia judía (el peor insulto que le podían decir a un español en aquel momento), algo que aprovechó Quevedo:
hi de algo, eso sin duda
pero con duda hidalgo
Y, Quevedo, que no carecía de inventiva, no ahorraba en adjetivos, en proferir insultos o humillar al cordobés:
Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla
Una nariz (y Luis de Góngora) retratados por Diego Velázquez.
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Y decía, en referencia a su rostro que "es nuez, que alguna vez fue tu cara" o en cuanto a su supuesta homosexualidad: "bellaco, picarón, amujerado", y lindeces como: "cornudo y puto por la quinta especie / y por la ley antigua chamuscado"
y dicen lenguas ruines
que de atrás os conocen florentines
Las acusaciones no son pocas, y van desde judío a homosexual o viejo trastornado o ludópata, según le venía al madrileño.
Más sutil, en los siguientes versos Góngora compara a Quevedo con el decadente y hedonista poeta Anacreonte (s. VI-V a. C.) y tacha a Lope, que había sido defendido por Quevedo, de "terenciano" (Terencio fue un autor de comedias del s. II a. C.).
Anacreonte español, no hay quien os tope,
que no diga con mucha cortesía,
que ya que vuestros pies son de elegía,
que vuestras suavidades son de arrope.
¿No imitaréis al terenciano Lope,
que al de Belerofonte cada día
sobre zuecos de cómica poesía
se calza espuelas, y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros antojos
dicen que quieren traducir al griego,
no habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
porque a luz saque ciertos versos flojos,
y entenderéis cualquier gregüesco luego.
Si bien Góngora arremete con insultos cultos (puede que esperando que no los entendiese para demostrar así la incultura del madrileño), también en la tercera estrofa le ataca a sus defectos, pues Quevedo veía poco. Además, acomete contra Quevedo alegando que no sabe griego, algo imperdonable.
"Prestale tus ojos (o anteojos) a mi ano para que saque ciertas ventosidades, a ver si así entendéis al menos los calzones", sería la traducción aproximada de la última estrofa.
Esta entrada continúa en el siguiente enlace: Quevedo y Góngora 2
BIBLIOGRAFÍA
- ACEREDA, A. (1991-1992). "Motivos burlescos en las sátiras de Quevedo contra Góngora". En Selected Proceddings of the Pennsylvania Foreign Language Conference.
- TOBAR QUINTANAR, Mª. J. (2013) "Los poemas antigongorinos de Quevedo: Defensa de Lope y ataque al estilo y ad personam de Góngora". Castilla. Estudios de Literatura, 4.
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