El filósofo y el emperador
Estando un día Diógenes en sus cosas, (vivía en la calle, en
una tinaja), se le acerco Alejandro III de Macedonia, más conocido como el
Magno, y se le presentó:
-Soy Alejandro Magno.
-Y yo Diógenes el cínico.
Alejandro, que admiraba al filósofo y lo consideraba un
hombre sabio, le dijo:
-Pídeme lo que desees.
A lo que Diógenes respondió:
-Apártate, que me quitas el sol.
A Alejandro le impresionó su comportamiento y se cuenta que
dijo que si no fuese Alejandro le gustaría ser Diógenes. (La estima de
Alejandro hacia sí mismo era algo elevada, pero esa es otra historia).
En el libro VI de la obra: Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres de
Diógenes Laercio, podéis echarle un vistazo a la biografía de este peculiar
personaje.
Alejandro tenía todos los motivos para tener una autoestima elevada. Era el puto amo, había convertido un reino griego en uno de los mayores imperios de la Antiguedad...
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