«Hasta los bemoles». El presidente de España que se despidió a la francesa

El pasado 18 de septiembre, el diputado de ERC en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián, dijo durante la sesión donde se discutía el fracaso de las negociaciones entre PSOE y Unidas Podemos que la «la gente está hasta los bemoles de todos nosotros». Y tenía razón. Pero no era la primera vez que un político catalán y republicano decía algo parecido en Madrid.


Mucho se está comentando en periódicos y tertulias televisivas que España está batiendo un récord al convocar las cuartas elecciones en cuatro años, y que esto es sinónimo de inestabilidad. Pero hubo un momento de la historia de España en que se sucedieron cuatro gobiernos en menos de un año: la Primera República (1873-1874).
Estanislao Figueras.
En efecto, durante la Primera República se sucedieron en la presidencia Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar.
El primero en asumir esta responsabilidad, Figueras, fue un político nacido en Barcelona que llegó al poder de la mano del Partido Republicano Federal. Y aunque de los cuatro fue, junto a Salmerón, de los que más tiempo ostentó el poder, en realidad no cumplió ni 120 días de mandato.
Si bien es cierto que la República se había proclamado por una mayoría absolutísima de los votos del Congreso (258 votos a favor frente a los 32 en contra), republicanos como tal había poquísimos en las Cortes, y eso trajo muchísimos problemas en forma de debates interminables durante los primeros meses. Había que convertir un país que siempre había sido una monarquía en una república, y para ello había que reformar todo el sistema, así que cada coma, cada expresión, era discutida hasta la saciedad y rebatida por unos y por otros.
Cansado de debates que no conducían a ninguna parte y que, lejos de resolver los problemas del país, agravaban la situación de inestabilidad, Estanislao Figueras, presidente de la República, sentenció durante un Consejo de Ministros el 9 de junio de 1873«Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros».
Así de claro fue. Y no se volvió a celebrar ningún Consejo de Ministros con Figueras al frente, ya que de verdad estaba tan hasta los cojones, que seguidamente, el 11 de junio el presidente se fue a la estación de Atocha, cogió un tren y se fue a París. Así, sin previo aviso, ni siquiera medió una dimisión en firme o unas declaraciones. No dijo nada a nadie. Se despidió a la francesa para irse precisamente a Francia.
Podríamos caer en la tentación de pensar que poco hemos cambiado, que la situación en España sigue siendo la misma, y que hasta los políticos acaban hasta los cojones (o hasta los bemoles). Pero, a diferencia de en el siglo XIX, en la actualidad no vemos a ningún político irse a ningún sitio por muy hasta los cojones que esté.


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