¿Se puede hundir un submarino con patatas?


En la cantina del destructor USS O’Bannon colgaba una placa que rendía tributo a la tripulación de ese barco “por su ingenio en el uso de nuestra orgullosa patata para ‘hundir’ un submarino japonés en la primavera de 1943”.
El O’Bannon fue desguazado en 1970, sin embargo, es un nombre que, cuanto menos, sonará aún hoy en día a aficionados a la historia bélica o la Segunda Guerra Mundial. Fue el barco estadounidense más condecorado de aquel conflicto, habiendo recibido 17 estrellas de batalla y la Presidential Unit Citation. Fue además uno de los navíos que hizo la entrada triunfal en la Bahía de Tokio el día en que se rindió Japón.
USS O'Bannon
Sin embargo, para muchos será siempre recordado por haber hundido un submarino japonés con patatas.
Todo ocurrió el 5 de abril de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, y cuando el USS O’Bannon se encontraba protegiendo Guadalcanal. La isla estaba en manos estadounidenses, y Japón ya había renunciado a ella tras varios intentos por reconquistarla, por lo que se decidió dar un descanso al barco y su tripulación permitiéndole volver a su base.
Pero aquel día de abril, cuando el navío surcaba el Pacífico, avistó un submarino. Cuando lograron identificarlo como el RO-34, un submarino japonés, el capitán Edwin R. Wilkinson dio orden de alcanzarlo y embestirlo.


Este, evidentemente, no es el RO-34, es el RO-33. ¿Diferencias? Ni idea, Hulio, no hemos visto el RO-34 en nuestra vida.
Era una maniobra usual la de que un destructor embistiese contra un submarino. Sin embargo, cuando estaban a punto de hacerlo, otro oficial advirtió que podía tratarse de un minador, en cuyo caso el choque sería fatal pues podía hacer estallar al barco. Así las cosas, en el último momento el capitán Wilkinson retiró su orden, y en lugar de ello se esquivó al submarino justo antes del impacto.
Al esquivarlo, el USS O’Bannon quedó justo al lado, a apenas unos metros y en paralelo, momento que los japoneses aprovecharon para, desde la cubierta, atacar los cañones del destructor.
No había tiempo que perder, había que devolver el ataque antes de que los japoneses lograran desarmar o incluso abordar a los estadounidenses, pero estaban demasiado cerca como para emplear los cañones del destructor, de forma que los marineros de cubierta tuvieron que echar mano a lo primero que pillaron: un contenedor de patatas.


Esto son patatas, pero tampoco son las que usaron aquel día. Somos un fracaso.

Efectivamente, a su lado lo único que encontraron fue un contenedor del comedor lleno de tubérculos, pero no se lo pensaron dos veces y comenzaron a lanzar patatas a los marinos japoneses.
En un primer momento, los japoneses huyeron al creer que las patatas eran granadas de mano, y se sumergieron, pero al poco tiempo descubrieron que tan solo eran patatas lanzadas por personas desesperadas. Sin embargo, para cuando lo descubrieron, el destructor había tenido el tiempo para alejarse lo suficiente y, aprovechando que el submarino se había sumergido, lanzar cargas de profundidad que hundieron a los japoneses.
Aquellas patatas salvaron la vida de la tripulación del USS O’Bannon, y se llevaron por delante a la tripulación del RO-34. Y para recordar la hazaña de aquellos tubérculos y sus intrépidos lanzadores, la Asociación de Agricultores de la Patata de Maine donó aquella curiosa placa con la que comenzamos este relato.




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