¿Qué es el efecto Mandela?
Seguro que tienes algún amigo o amiga que no estuvo en algún lugar «pero se acuerda». Estos especímenes a veces tienen recuerdos más nítidos que las personas que vivieron esos hechos, incluso cuando estos no tuvieron lugar. Pero, ¿y si eso ocurriese a gran escala? ¿Y si mucha gente fuera capaz de recordar algo que, en realidad, no pasó?
¿Acaso no conocemos ejemplos? Seguro que has conocido a alguien que recuerda haber visto en televisión cómo una niña que estaba a punto de ser sorprendida por su ídolo, Ricky Martin, comenzaba a untarse mermelada, llamaba a su perro y… el resto ya es historia.
Fuente: ABC. |
Ni Ricky Martin, ni Isabel Gemio, ni nadie del equipo de Sorpresa Sorpresa recuerda eso, porque efectivamente no ocurrió nunca. Sin embargo, mucha gente asegura tajantemente haberlo visto con sus propios ojos.
Tus padres, tus abuelos o tú, dependiendo de la edad, podréis recordar también los momentos de tensión del interior del Congreso de Diputados retransmitidos en directo minuto a minuto por Televisión Española aquel 23 de febrero. Pero la realidad es que Televisión Española no hizo ningún directo ese día.
Hasta Pablo Casado se acuerda de haber estado en «Tianimén» (Tiananmén para el resto de los mortales, Tian An Men para los puristas) deteniendo los tanques junto a aquel hombre de la foto. Y es más, hay quien incluso recuerda cómo los tanques pasaron por encima del pobre manifestante. Sin embargo, si acudimos a las imágenes veremos que el hombre fue apartado por otros manifestantes.
Fuente: El País. |
Como veis, ejemplos hay a cientos. Ejemplos de un fenómeno conocido como efecto Mandela.
El efecto Mandela consiste en la existencia de recuerdos colectivos de acontecimientos ficticios. Su nombre proviene de uno de los bulos más extendidos por el mundo anglosajón: el recuerdo de que Nelson Mandela había muerto en la cárcel en los años 80. Muchas personas aseguran haber visto su entierro retransmitido por televisión hace décadas.
La existencia de este fenómeno ha dado lugar a vivos debates en torno a recuerdos que conservamos de acontecimientos históricos, series de televisión, canciones, escenas de películas, etc. Incluso existe una página Web (en inglés) dedicada única y exclusivamente a recopilar estos casos: mandelaeffect.com.
Y es que afecta a muchos más aspectos de lo que hemos expuesto hasta ahora: Tom Cruise no bailaba en Risky Business con las gafas de sol puestas, como todo el mundo lo imita, y el logo de Monopoly no es un señor con monóculo, como todo el mundo cree.
Ha habido muchísimos intentos de dar una explicación, e inevitablemente han aparecido los magufos para echar una mano a «esclarecer» esto con sus teorías de mierda. Por supuesto, hay quien asegura que esos sucesos tuvieron lugar y que los gobiernos y poderes en la sombra los han reconstruido. Pero una de las teorías más extendidas asegura que las personas que conservan esos recuerdos son originarios de un universo paralelo en el que efectivamente ocurrió lo que ellos recuerdan.
Pues eso. |
Mientras te recuperas de la idea de que en algún universo ese perro se comió la mermelada, nosotros tratamos de ofrecerte una explicación más racional.
Si atendemos a lo que nos tienen que decir al respecto psicólogos y sociólogos, no existe una explicación rotunda que responda a todos los casos, pero sí existen una serie de factores que en conjunto nos pueden ayudar a arrojar algo de luz.
En primer lugar, nuestra memoria colectiva funciona exactamente igual que la memoria individual, y como esta, también tiene fallos.
Un ejemplo muy claro lo tienes en recuerdos de tu infancia que es poco probable que conserves realmente de entonces, sino que los has creado en función de lo que te han contado tus padres. De la misma manera, la existencia de un bulo y su reproducción a lo largo del tiempo puede «crear» esos recuerdos.
Si, señor, Franco creó la Seguridad Social. |
En estos casos, nos dicen los expertos, es importantísima la imaginación, porque por mucho que la menospreciemos, ahí está ella para crearnos imágenes muy realistas, con todo lujo de detalles (olvídate del perro, ya) que hagan que confiemos aún más en esos recuerdos.
Y siguen los expertos informándonos: cuando se ha creado una imagen tan realista en nuestra memoria, es muy difícil hacerla desaparecer. Para cuando vuelvas a ver el video de Tiananmén, tu cerebro habrá reproducido tantas veces la imagen del tanque apisonando el cuerpo del inocente manifestante, que cuando veas cómo el pobre hombre es apartado amablemente y sigue viviendo, pensarás que lo que estás viendo es falso (el gobierno te está engañando otra vez).
Un ejemplo clarísimo lo tenemos en esas citas falsas que se reproducen continuamente. Obviamente es imposible que recuerdes a Voltaire decir eso de que daría su vida por tu derecho a decir tal y cual. Primero porque es falso, y segundo porque nunca has oído la voz de Voltaire. Pero sí que es probable que recuerdes a Darth Vader diciendo «Luke, yo soy tu padre», a Ingrid Bergman diciendo eso de «Tócala otra vez, Sam», o a Rambo gritando que no siente las piernas.
Si ves las películas buscando las frases, te darás cuenta de que no aparecen en ningún momento. Sin embargo, si ves las películas sin pararte a analizar esta cuestión, terminarás de verlas con el convencimiento de que lo han dicho.
Pero, ¿y si la persona que dice recordar algo efectivamente vivió esos acontecimientos pero no como los recuerda? Esto, nos dicen los psicólogos, es mucho más común de lo que pensamos. Por una parte, aquellas personas que vivieron un hecho traumático tienden, como forma de defensa, a transformar sus propios recuerdos. Así, no debe sorprenderte que, por ejemplo, un judío superviviente a un campo de exterminio sea capaz de recordar momentos de felicidad e incluso que alguien recuerde como una persona maravillosa a su torturador.
Pero, ¿y si la persona que dice recordar algo efectivamente vivió esos acontecimientos pero no como los recuerda? Esto, nos dicen los psicólogos, es mucho más común de lo que pensamos. Por una parte, aquellas personas que vivieron un hecho traumático tienden, como forma de defensa, a transformar sus propios recuerdos. Así, no debe sorprenderte que, por ejemplo, un judío superviviente a un campo de exterminio sea capaz de recordar momentos de felicidad e incluso que alguien recuerde como una persona maravillosa a su torturador.
Pero no solo transformamos los hechos traumáticos, también los buenos momentos. A menudo muchas personas tienden a romantizar acontecimientos pasados e incluso inflamarlos con adornos, orgullo y méritos falsos. Así que mucho cuidado con el empleo de memorias como fuente histórica, que igual Churchill no era tan buen tipo.
Estos son algunos de los factores que explican la existencia de esos recuerdos en nuestra memoria, pero existen muchos más. Afortunadamente en la actualidad, aunque la viralización de bulos está a la orden del día, nos es mucho más fácil detectar casos de efectos Mandela.
Ahora bien, sería interesante descubrir cuántas de las cosas que creemos saber de nuestro pasado y que damos por hecho son en realidad el producto de efectos Mandela reproducidos a lo largo del tiempo y que en realidad no fueron como pensamos.
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Real o no, siempre nos quedará la historia de aquel perro. |
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