Cien años de guerra entre Japón y Montenegro

Hablemos de referéndums e independencia… Tranquilidad, no vamos a volver a hablar de Cataluña, al menos de momento. Hoy vamos a hablar del referéndum que se celebró en mayo de 2006 para votar la independencia de Montenegro.

Bandera actual de Montenegro.
Montenegro es uno de esos países que para los europeos occidentales pertenece al grupo de los “países del Este”, de los que no tenemos muy claro dónde están ni que idioma hablan, pero tampoco nos va tan mal sin saberlo, ¿no?. Así que sin más remedio tenemos que intentar contextualizar un poco…
Proclamación del Reino de Montenegro.
Hasta el siglo XIX Montenegro había sido un principado con el nombre de Zeta. Guapo el nombre, ¿no? El caso es que por entonces estaba integrado en el Imperio Otomano, hasta que en 1878, tras el Congreso de Berlín, se reconoció como Estado independiente, y poco tiempo después se convirtió en el Reino de Montenegro.
Con el fin de la Primera Guerra Mundial, Montenegro firmó un acuerdo con Serbia y se conformó el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (el nombre no se lo hemos puesto nosotros, es real), y tras la Segunda Guerra Mundial, se incorporó a la República Federal Socialista de Yugoslavia.
En 1992 se disolvió la república socialista, y, junto a otras naciones, Montenegro constituyó la República Federal de Yugoslavia. Y en 2003 se quedó con Serbia en la federación de Serbia y Montenegro (aquí se les agotó la originalidad de los nombres).
Pues eso.
Y llegamos por fin a 2006, después de tantos bandazos, cuando Montenegro decidió su futuro como Estado independiente con el 55,5% de los votos a favor.
Bien, ¿y esto qué tiene que ver con Japón? Bueno, nada de momento, pero ya llegamos.
El caso es que, como hemos visto en tiempos recientes, para constituirte como Estado, no solo es necesario contar con los votos suficientes, sino también tener apoyos internacionales, y Montenegro los tenía.
Uno de esos apoyos era Japón, que no tenía inconveniente alguno en reconocer la independencia de Montenegro. Sin embargo, cuando fue a hacer público ese apoyo y emprender relaciones diplomáticas, se dieron cuenta de que no era posible: ¡Japón y Montenegro estaban en guerra! Menuda novedad en Ad Absurdum...
¿Cómo era esto posible? ¿Cómo podían estar en guerra sin saberlo? Pues, como ya hemos contado en otras muchas ocasiones, por una cuestión burocrática.
Resulta que en 1904 estalló la conocida como guerra ruso-japonesa, pues en la zona de Corea y Manchuria chocaron los intereses expansionistas del Imperio Ruso y el Japonés. Cada bando recurrió a sus aliados, y ¿quién era aliado de Rusia? Exacto, Montenegro.
En la actualidad Montenegro tiene 620.000 habitantes, y por entonces tenía muchos menos, así que ya podéis imaginar la ayuda que prestarían a Rusia en el conflicto. El caso es que allí estuvieron cuando hizo falta (otra cosa no, pero los montenegrinos amigos de sus amigos son).
Donde no estuvieron fue en la firma de la paz en 1905. Al acto no se envió a ningún representante del país, por lo que Montenegro fue excluido del acuerdo de paz. Así las cosas, Japón y Montenegro llevaban oficialmente 101 años en guerra (esta estaba más cerca de ser la guerra de los cien años que la auténtica Guerra de los Cien Años, qué ironía).
Akiko Yamanaka, la artífice de la paz tras 101 años de guerra.
En junio del mismo año de su independencia, el país recibió la visita de la viceministra Akiko Yamanaka, que firmó la paz y reconoció oficialmente, ahora sí, la independencia montenegrina.
Y vivieron felices y comieron… ¡ah, no! Esperad.
Buscando la información para esta entrada, nos hemos tropezado con una noticia curiosa de 2016. Y es que Montenegro expulsó a 58 extranjeros ese año vinculados con ataques terroristas en Japón. Eran miembros de la secta, Aum Shinrikyo, hoy conocida como Aleph, y que está compuesta por japoneses y tiene su sede en el país del Sol naciente. De modo que, después de 101 años de guerra sin pegarse un tiro, resulta que los únicos ataques que ha recibido Japón de Montenegro, son precisamente de japoneses. ¡Manda huevos!

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