La monarquía explicada al populacho

Jacques Bénigne Bossuet 
Al contrario de lo que muchos piensan, no se puede defender ni atacar a la monarquía utilizando acontecimientos históricos en el proceso si no queremos caer en una conversación sin sentido y farragosa en la que se citan a Suecia y Dinamarca, o a Estados Unidos y Arabia Saudí, a Stalin, Mao o repúblicas tan dispares como la Atenas clásica, la Roma de Cayo Mario, la Inglaterra de Cromwell, el verano de 1936 o la Italia de 2016.
No, la monarquía se explica conceptualmente.
Para que nos entendamos, debemos apartar toda la parafernalia y quedarnos con la esencia:
DIOS (el bueno, el menos bueno, el de aquel, el de los de más allá, o el/los que toquen) decidió que un señor concreto tenía derechos sobre todas las cosas y personas de un territorio concreto que fueron improvisando sobre la marcha. Esto no lo decimos nosotros, lo dicen pensadores más reputados como Bossuet o Jacobo Estuardo.
"Oh, venga, ya estáis con milongas y reducciones al absurdo, pillines", podríais pensar. Pero ahora es cuando entra la historia: no hacemos reducción a nada, es que el rey era rey porque Dios lo decía, y punto pelota. O eso vendía el rey. Porque, claro, ¿vas a decir algo en contra de tu Dios? ¿Quieres que te explique lo que es una hoguera y el infierno, maldito hereje antisistema?



Pero el tiempo pasó, la ciencia y el pensamiento avanzaron un poquito y ya no todo el mundo tragaba con el cuentecico de la abuela, así que tocaba evolucionar. En el siglo XIX fueron probando otras fórmulas en las que se nombraba a los parlamentos y los pueblos como elementos que, en fin, había que tener en cuenta. Al fin y al cabo, tenía más sentido que los depositarios de la soberanía nacional no lo fuesen gracias a fuerzas invisibles e ignotas, y era mejor darle más protagonismo a esos que, en fin, son visibles y merecen que sus gobiernos les tengan en cuenta de vez en cuando (hablamos del pueblo llano).
Pero ¿por qué había que tenerlos en cuenta? Francia, 1789, el rey Luis XVI, ya sabes.
Maldito populacho analfabeto, que ataca a su divino monarca...

Así llegamos hasta el siglo XX, y también hasta el XXI, siglos en los que los reyes, esos señores que son elegidos por Dios ¿el pueblo? para gobernar reinar representar a territorios trazados con líneas invisibles y artificiales sus naciones, siguen por ahí rondando.
Por supuesto, nadie piensa hoy en día que los reyes sean seres que reinan por designio divino. Já, menudos bárbaros seríamos, ¿no? Vamos, ni de coña. Formamos una civilizando súper avanzada y todas esas cosas. De hecho, ¿quién si no podría tener como representantes una familia con más derechos que el resto de ciudadanos (perdón, súbditos)? Pues una sociedad tecnológica, mentalmente madura, etc. Por lo tanto, los reyes están ahí porque, bueno, alguien tiene que estar, ¿no? ¿Qué queréis? ¿Votar? ¿Dónde creéis que estamos? ¿En Alemania? Vamos, a otros con esa.

Venga, que empiecen a rodar los argumentos históricos.






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1 comentario:

  1. ¿Y vosotros creéis que los reyes eran conscientes de su engaño, que se llegaron a creer realmente su legitimidad divina o que depende del reino y del rey?

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