¿Moción de censura? ¿Dimisión? De Rajoy a Lerroux pasando por Felipe González

Hoy nos llevamos las manos a la cabeza al oír hablar de mociones de censura, casi tenemos que agradecer y homenajear al político que dimite, y un caso de corrupción siempre es considerado un caso aislado que nada tiene que ver con el partido del corrupto. Sin embargo, esto no fue siempre así. Hoy os queremos exponer algunos ejemplos de todas estas cosas que sacuden la actualidad política de España haciendo un poco de retrospectiva.
Y es que no tenemos que irnos a otros países (siempre con esa idea de que los demás serán más civilizados o más demócratas que nosotros), ni siquiera nos tenemos que remontar a la Edad Media, algunos son muy recientes. Empecemos hablando de mociones de censura:
Desde la llegada de la democracia a España tras la muerte de Franco, solo se han presentado dos mociones de censura contra el presidente de gobierno: la primera la del PSOE de Felipe González contra Adolfo Suárez, y la segunda la de la Alianza Popular de Fraga contra Felipe González. En el primer caso, los votos en contra de la UCD y sus socios bastaron para frenar las intenciones de González, y la segunda era un chiste en un parlamento con mayoría absoluta del PSOE. No es que Felipe González o Manuel Fraga no supieran matemáticas, sino que ejercieron su deber como diputados aplicando las normas de juego de la democracia. Al menos entonces se vendió como un ejercicio de responsabilidad por parte de la oposición independientemente de sus resultados, sin embargo hoy la prensa se burla de Unidos Podemos por presentar una moción de censura sin contar con los apoyos suficientes.
Pero analicemos ahora más detenidamente un caso que aúna muchas de las cuestiones de actualidad. Para ello, debemos remontarnos a la Segunda República española, concretamente a 1933. Tras dos años de gobierno de la izquierda, las elecciones dan la victoria a la derecha de la CEDA. Y es aquí cuando ocurre algo que a ojos del presente, es realmente sorprendente: la CEDA, que era antirrepublicana, se niega a formar gobierno, y en su lugar propone apoyar al segundo partido más votado, la opción de centro, el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux. Este sí acepta el encargo de formar gobierno, eso sí, cogido por los huevos por la CEDA, que comienza a condicionar toda su política. Pero, madre mía, la segunda fuerza más votada en el poder, y apoyada por la primera fuerza, a más de uno le produciría un infartito en la actualidad.


Cuando la segunda fuerza te pasa por encima.

El caso es que Lerroux no lo tuvo fácil como presidente del gobierno, fueron muchos los problemas a los que se tuvo que enfrentar, y a menudo tuvo que aprobar medidas que venían de la CEDA y no de su partido, pero la puntilla se la dio el caso del estraperlo.
El estraperlo fue un juego creado por Strauss, Perle y Lowmann (de ahí su nombre) que consistió en una ruleta trucada que hacía que siempre ganase la banca. Su utilización fue prohibida pero, para burlar la legalidad, los empresarios sobornaron a distintas personalidades. Cuando el escándalo salió a la luz, todo el mundo pidió explicaciones a Lerroux, pero el juego había entrado en España antes de que él asumiese el gobierno. ¡Vaya! Pero es que es lo que tiene ser presidente de gobierno, que eres el responsable de lo que ocurra en el país, y, aunque hoy nos cueste entenderlo, hay que dar explicaciones. El colmo fue cuando salió a la luz que el caso implicaba a su hijo adoptivo, Aurelio Lerroux. Se creó una comisión de investigación que estudió el caso y que exculpó a Lerroux hijo. Sin embargo, existía bastante consenso en que era necesaria la dimisión del presidente de gobierno. Pues sí, fíjate tú, a pesar de resultar exculpado, la sombra de la sospecha gravitaba en torno al hijo, y todo el mundo pedía la dimisión del padre para depurar responsabilidades. Incluso el propio Lerroux empezó a plantearse la conveniencia de dimitir, fue el propio presidente de la República, Alcalá Zamora, quien le pidió que no se fuera pero...no te lo vas a creer... ¡dimitió! Respira, no pasa nada. Estas cosas eran habituales por aquel entonces, cuando uno pensaba que estaba haciendo mal a la reputación del país o que estaba en duda su legitimidad pues... dimitía. Y no pasaba nada, era algo sanísimo.
Al poco tiempo estalló otro escándalo, puede que más importante, y sin embargo no aparece en los libros de texto, o al menos no el mismo número de veces ni con la relevancia que se da al caso del estraperlo. Hablamos del caso Nombela.
El caso salió a la luz pocas semanas después de la dimisión de Lerroux, cuando un funcionario, Antonio Nombela, denunció que el gobierno había resuelto de forma fraudulenta un expediente por el cual se concedía una indemnización a la Compañía de África Occidental. El caso es que querían darle unas perrillas a un amigo, nada que nos sorprenda hoy en día, y un funcionario decidió denunciar. Cuando el funcionario acudió a la CEDA, los socios de gobierno del Partido Radical, fue cesado. Nada que nos sorprenda todavía.



La cuestión es que al final salió adelante una comisión de investigación, a la que tuvo que acudir a dar explicaciones Lerroux, que había firmado el expediente como presidente de gobierno. Pero sus explicaciones no convencieron al parlamento, y aún así fue exculpado. Pero ya sabes, era otra época, y que fueras exculpado no garantizaba tu continuidad... La comisión declaró que los actos de Lerroux «no se ajustaron a la austeridad y a la ética que en la gestión de los negocios públicos se suponen». Así que, por vergüenza torera, Alejandro Lerroux y otros miembros del Partido Radical dimitieron de todos sus cargos.


No, este no es Dimitir.
Dimitir, ¿eh? No, no es un señor ruso, es un verbo factible, es más, necesario en según qué casos.
Entonces, ¿qué ha cambiado? ¿No son igual de responsables los políticos de hoy en día? ¿Era Lerroux una especie de súper-hombre con más moral que los políticos de hoy en día? Bueno, a decir verdad Lerroux era bastante capullo. Un populista y un demagogo como pocos. Su proceder, más que a una ética intachable, respondía al proceder habitual del momento. Quizá lo que ha ocurrido es que los políticos han aprendido de la historia: cuando, forzado por la situación, Alcalá Zamora se negó a permitir la formación de gobierno por parte de la CEDA y convocó elecciones, el Partido Radical se la pegó muy fuerte. De ser la segunda fuerza política pasó a obtener un 1,1% en las elecciones de 1936, es decir, 5 diputados.
A lo mejor los políticos actuales han aprendido demasiado, y se han dado cuenta de que sin reconocer su culpabilidad, sin hacer gestos como dimitir, obtienen más rédito electoral que mostrándose débiles en público. Es decir, los políticos de hoy en día saben que ganan más elecciones defendiendo sus intereses personales que defendiendo los intereses del país, y quizá esto debería hacernos pensar menos en la clase política que tenemos y más en la sociedad que la sostiene.

Y todavía vendrá alguien a decirnos "Hombre, es que el caso de Lerroux no tiene nada que ver con Rajoy". No, claro, Lerroux solo se vio envuelto en dos casos de corrupción, uno por su hijo y por personalidades que no formaban parte de su gobierno, y otro en el que sí que estuvo involucrado. Rajoy solo tiene 900 imputados en su partido (¡900 CASOS AISLADOS!), está llamado a declarar como testigo, ha tenido miembros de su gobierno imputados, pillados cometiendo ilegalidades como escuchas, espionaje y chantaje, ministros echando un cable a gente perseguida por la policía... Lerroux era un capullo, pero quizá le preocupaba más España que a muchos políticos actuales. Pero bueno, siempre podemos recurrir al típico "si no te gusta, vete a Cuba".


PD: El bueno Espartero (@DuquedeVictoria) ha renacido en Twitter para traernos el siguiente dato de interés: "La primera moción de censura que fue exitosa y aceptada fue contra el gobierno de Antonio González en 1842. Dimitió. Bajo mi regencia".


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