Aprende historia con música
La música no consiste sólo en juntar unas cuantas notas y que el resultado suene bien. No, es más complicado, y tiene que ver con las emociones, los sentimientos... y la Historia.
El famoso tema de The Cranberries fue escrito tras el atentado del IRA en Warrington en 1993, y rememora los acontecimientos del Alzamiento de Pascua de 1916 (rebelión de Irlanda contra la autoridad del Reino Unido), alegando que el conflicto "es la misma vieja historia desde 1916".
Comenzamos con Ludwig van Beethoven (aunque él firmaba como Louis en algunos casos) y su tercera sinfonía (empieza en 6:50), conocida como "Heróica", pero ese nombre no era la idea original. La sinfonía estaba dedicada a Napoleón Bonaparte, que encarnaba los ideales de la Revolución francesa. Sin embargo, cuando este se autoproclamó Emperador en 1804 se disgustó, tachándolo de tirano, y borró el nombre. Así, la dedicatoria quedó de esta manera: «Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire d'un grand'uomo» («Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre»)
Seguimos con Beethoven, y un ejemplo de su enfado con el Pequeño Cabo, Boney, el tirano Bonaparte, el Ogro de Ajaccio o el Usurpador Universal.
Conmemora la victoria de Wellington, que comandaba un ejército británico, portugués y español en la batalla de Vitoria contra los franceses, que forzó a Napoleón a devolver la corona a Fernando VII. Fue compuesta en 1813, mismo año de la batalla.
Se pueden escuchar temas como Mambrú se fue a la fuerra, Rule Britannia y God save the King, así como 193 disparos de cañón (pocos son).
En 1941 comenzó el asedio de Leningrado por parte de las tropas nazis, y duraría hasta enero de 1944.
Dmitri Shostakóvich, compositor ruso, vivía en la ciudad, y permaneció allí hasta 1943, tiempo durante el que compuso su séptima sinfonía, conocida como Leningrado. Pronto se hizo famosa y se convirtió en un símbolo en la Unión Soviética y en el resto de Europa de la resistencia al nazismo.
De nuevo en Rusia... esta vez con Piotr Ilich Tchaikovsky y su famosa Obertura 1812, que compuso para conmemorar... exacto, otro intento de invadir Rusia, pero esta vez el de la Grande Armée de Napoleón, y que podemos relacionar con los sucesos de la tercera sinfonía de Beethoven.
Fue estrenada en 1882 y criticada por el propio autor por haberla escrito sin calidez ni cariño, lo que contrasta con el éxito posterior de la obra.
La obertura puede ser interpretada como una representación literal de la campaña (robamos de Wikipedia, que mola mucho): en junio de 1812 el ejército francés cruzó el río Niemen. El Patriarca ortodoxo, convocó al pueblo a rezar por la liberación y la paz, y este se congregó en las iglesias para ofrecer sus oraciones (representado por el himno religioso inicial). Las notas ominosas que suenan a continuación expresan la inminencia del conflicto y la preparación para la batalla, seguido por una distante Marsellesa representando el avance francés. Los dos ejércitos se encuentran en Borodino, y La Marsellesa se impone tras una dura lucha. El zar apela al espíritu ruso con una súplica elocuente, llamando a su gente a seguir adelante y defender a la Madre Rusia. Este pedido apasionado y la respuesta popular quedan plasmados en la pieza tradicional rusa que sigue. La marsellesa vuelve a elevarse, indicando el avance sobre Moscú por parte de las fuerzas francesas. Los rusos abandonan sus pueblos y ciudades en el camino a Moscú, dejando atrás tierra arrasada, y el crescendo de la música tradicional rusa va imponiéndose contra el himno francés, hasta que este choque llega a un punto elevado, indicando la caída de la última línea de defensa rusa, al tiempo que Moscú arde. En el momento de la toma de Moscú, cuando todo parece perdido, el himno religioso del inicio es oído de nuevo representando la intervención divina, que trae un invierno extremo. Las tropas invasoras comienzan su retirada, pero sus cañones, atrapados en el terreno congelado, son capturados por los rusos que los disparan para expulsarlos. En el final apoteósico los cañones son disparados en señal de triunfo, con el apoyo de las campanas de iglesia.
Ahora nos trasladamos en el tiempo hasta el año 451, momento en que Atila plantó cara "al último de los romanos", el general Aecio, que tenía por aliado al ejército visigodo de Teodorico. Este episodio recibiría el nombre de batalla de los Campos Cataláunicos o batalla de Châlons, y sería la última operación a gran escala del Imperio romano de Occidente. Aunque la batalla acabó en empate, frenó a Atila, y se reconoce como la cumbre de Aecio. Pese a todo, Atila regresaría para amenazar a la propia Italia, aunque se retiraría tras hablar con el papa León I
Franz Liszt dedicaría un poema sinfónico a este suceso en 1847.
Finalmente, otra archiconocida pieza musical: la marcha Radetzky, una marcha absolutista de tomo y lomo compuesta en honor al mariscal Joseph W. Radetzky (por Johann Stauss padre, en 1848), cuyas tropas aplastaron violenta y eficazmente la revolución de 1848. El reino del Piamonte alentó esta revuelta en Italia, tras la insurrección de Milán, con la idea de que los territorios subyugados a Austria se les uniesen.
Pero, por esta vez, Austria pudo frenar los pies a los italianos, que sin ayuda externa no pudieron hacer nada ante la maquinaria bélica austríaca.
Hasta aquí esta entrada que mezcla dos elementos que nos encantan. Esperamos que os guste tanto como a nosotros.
Hasta aquí esta entrada que mezcla dos elementos que nos encantan. Esperamos que os guste tanto como a nosotros.
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