Napoléon, el cerdo rebelde

Obsolètes. Insolites. Stupides. Tordus. Ridicules. Fous. Les adjectifs peu reluisants ne manquent pas pour qualifier lois, arrêtés, textes et circulaires.
Así comienza el artículo de Le Monde que habla sobre leyes obsoletas (algunas en vigencia) que destacan por lo absurdo de su objeto.
En el blog ya hicimos un par de incursiones a leyes ridículas (al menos desde nuestro punto de vista) que siembran algunos lugares insospechados [Leyes sexuales absurdas, La Ley de la Silla], pero siempre hay más. Siempre. Es increíble, la verdad, pero cierto.
En este caso venimos a hablar de cerdos. Los pobres animales siempre son utilizados como mofa entre las distintas personas, o incluso pueden provocar una guerra, y en este caso los cerdos se unen a uno de los grandes países del ABSURDO. Así, con mayúsculas. Si bien encabeza el podio, casi con seguridad, Australia, es posible que Francia le pise los talones.
Y, cómo no, si se habla de Francia se tiene que hablar de Napoleón. Ya que tienen un buen general, vamos a dejarles disfrutar. El caso es que, según parece, Napoleón estaba hasta las mismísimas narices de sus camaradas, que bailaban entre la falta de respeto y la insolencia (y la traición, como es el caso de Bernadotte), y le ponían su nombre a cualquier tipo de animal. 
Parece que a Napoleón eso le molestaba especialmente en el caso del cerdo, y decidió, porque él lo valía, crear una ley para prohibir el bautizo de cerdos con su ilustre nombre. Por lo que parece, esa ley se conserva hoy en día en el cuerpo legislativo de la quinta (o por la que vayan) república.
¿Qué nos viene a la cabeza cuando pensamos en "cerdo" y "Napoléon"?




Exacto. "Rebelión en la granja", como se tradujo el título de la obra de George Orwell, en la que líder de los cerdos que se hacen con el poder en la granja tras expulsar al granjero se llama Napoleón, aunque es bien sabido que éste representaría a Iosef Stalin y no al dirigente corso.
Una curiosidad interesante es que en Francia, en la primera edición de esta obra, el nombre de este personaje fue sustituido por Julio César. ¡VAYA!
Y sin salir de Francia ni dejar de lado a los cerdos, pero nos trasladamos en el tiempo hasta 1131, cuando gobernaba en Francia Luis VI, conocido como "el Gordo". Su primogénito tuvo la desgracia de ir montando a caballo cuando se cruzó con una despiadada criatura: un cerdo. El cerdo se coló entre las piernas del caballo y provocó un accidente que acabó con el heredero muerto tras caerse de la montura.
Miniatura del siglo XVI que
representa al regicida en plena faena
Luis VI aprobó entonces, nada más y nada menos, un edicto real prohibiendo que los cerdos circularan con libertad por París, algo usual en la Francia medieval. Pero ¡cuidado!, este Edicto Porcino tenía una curiosa excepción: los cerdos que eran propiedad de los monjes antoninos estaban exentos de cumplir esta normativa.
Hay que ver... a Dios rogando, y con el cerdo dando.






REFERENCIAS

  • Le Monde: http://www.lemonde.fr/vous/article/2013/02/07/au-regard-de-la-loi_1828564_3238.html
  • Wikipedia: http://en.wikipedia.org/wiki/Animal_Farm
  • Eric Bournazel, Louis VI le Gros, ed. Fayard,‎ 2007, p. 229-230

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