Muertes absurdas 5: Felipe III
Las
muertes absurdas acechan tras cualquier esquina, en este caso el desmedido
protocolo de su protagonista vuelve a ser el culpable. Felipe III, el sucesor
del gran rey Felipe II, no es recordado como un gran soberano, ya que incluso su padre no
tenÃa depositadas grandes esperanzas en él, pero sus hermanos mayores fueron
muriendo y le tocó asumir la corona.
El Palacio Real de Madrid, en el que vivÃa nuestro monarca, era un edificio enorme, imponente y frÃo, muy frÃo; por lo que las estancias contaban con elementos para calentarlas tales como braseros o chimeneas. Una de esas tardes en las que refrescaba se encontraba el rey en sus aposentos, y según cuenta el autor dieciochesco Pierre-Antoine de La Place en su obra Piéces intèressantes, en marzo de 1621 el rey, que se encontraba enfermo debido a una erisipela, una dolencia dermatológica, estaba junto al fuego. Las llamas eran muy vivas y quiso reducirlas, pero no podÃa, por lo que pidió ayuda, pero su obsesión por el protocolo se volvió en su contra.
El Palacio Real de Madrid, en el que vivÃa nuestro monarca, era un edificio enorme, imponente y frÃo, muy frÃo; por lo que las estancias contaban con elementos para calentarlas tales como braseros o chimeneas. Una de esas tardes en las que refrescaba se encontraba el rey en sus aposentos, y según cuenta el autor dieciochesco Pierre-Antoine de La Place en su obra Piéces intèressantes, en marzo de 1621 el rey, que se encontraba enfermo debido a una erisipela, una dolencia dermatológica, estaba junto al fuego. Las llamas eran muy vivas y quiso reducirlas, pero no podÃa, por lo que pidió ayuda, pero su obsesión por el protocolo se volvió en su contra.
La
primera persona que apareció por allà fue el marqués de Tovar, pero como entre
sus funciones no estaba hacer de bombero pasó del tema, ya que ese era trabajo
para el duque de Uceda, el cual no se hallaba en palacio por lo que el problema
tardó en solucionarse, y cuando lo hizo el rey ya estaba afectado por unas fuertes
fiebres que hicieron que esa misma noche abandonase este mundo.
BibliografÃa:
- DOVAL, G. (2011): Errores, lapsus y gazapos de la historia, ed. Nowtilus. Madrid.
No es culpa de el pobre rey puesto que no podÃa moverse, en verdad estaba gravemente enfermo y el calor de la chimenea acabó seguramente con su vida, gracias por la historia.
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