Gracias y desgracias del ojo del culo, de Francisco de Quevedo y Villegas


De nuevo traemos palabras de don Francisco, esperamos que os gusten. El manuscrito se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid.


"Dirigidas a Doña JUANA MUCHA, MONTON DE CARNE, Mujer gorda por arrobas. 
 


        DEDICATORIA 

Quién tanto se precia de ser servidor de vuesa merced, ¿qué podrá darla si no es cosa de culo? Aunque puede vuesa merced, según la sobra, dárnosle a nosotros. Léale y, si le pareciere de entretenimiento, guárdele; y si sucio, límpiese con él y béseme. De mi celda, a tres del mes de 1623.

GRACIAS 

No se espantarán de que el culo sea desgraciado los que supieren que todas las cosas aventajadas en nobleza y virtud corren esta fortuna por ser despreciadas de ella, y él, en particular, por tener imperio y veneración que los demás miembros del cuerpo; pues, bien mirado, es el más perfecto y bien colocado dél, y más favorecido de Naturaleza, pues su forma es circular, como la esfera, y dividido en un diámetro o zodiaco como ella. Su sitio es en medio, como el del sol; su tacto es blando; tiene un solo ojo, por lo cual algunos le han querido llamar tuerto, y, si bien miramos, por esto debe ser alabado, pues se parece a los cíclopes, que tenían un solo ojo y descendían de los dioses. 
El no ver es por falta del amor poderoso, fuera de que el ojo del culo, por su mucha gravedad y autoridad, no consciente niña. Y, bien mirado, es más de ver que los ojos de la cara que, aunque no es tan claro, tiene más hechura. Sino, miren los de la cara, sin ninguna labor, tan llanos; y al ojo del trancahilo lleno de pliegues y molduras, repulgo y dobladillos, y con una ceja que puede ser cola de matalote o barba de un letrado. Y así, como a cosa tan preciosa y hermosa, le traemos tan guardado en lo más seguro del cuerpo, pringado con dos murallas de nalgas, amortajado en una camisa, envuelto en unos dominguillos, envainado en unos greguescos, avahado con una capa, que aún la luz no le da; que por eso se dijo: «Bésame donde no me da el sol». Y no los de la cara, que no hay paja que no los haga caballeriza, ni polvo que no los enturbie, ni relámpago que no los ciegue, ni palo que no los tope, ni caída que no los atemorice, ni tristeza que no los enternezca. 
Lléguense al reverendísimo ojo de culo que se deja tratar tan familiarmente de toda basura y elemento, ni más ni menos. Fuera de que hablaremos que es más necesario el ojo del rabo solo que los dos de la cara, porque cuanto uno sin ojos en ella puede vivir, y sin ojo de culo, no cagando, no podrá. Lo otro, pueden los ojos, dejar de hacer su oficio y vivir el hombre, mas cesando seis o siete días de ejercer el modo de purgar el del trasero, no hay sino reventar. 
Lo otro, se sabe que ha habido muchos filósofos que para vivir bien se han sacado los ojos, porque, comúnmente, ellos y los sabios cristianos los llaman ventanas del alma, por donde ella bebe veneno de vicio, por ellos hay enamorados, incestos, estupros, adulterios, iras y robos. Pero, ¿cuándo por el pacífico y virtuoso ojo del culo hubo escándalo en el mundo, inquietud ni guerra? ¿Cuándo por él, como por los de la cara, aprendió cristiano oraciones, anduvo con sinfonías, se arrimó a báculo, ni siguió a otro, como para faltar los de la cara, que expuestos a toda ventisca de leer, de fornicar, de una sangría, de una purga, de un polvo, dejan a un cristiano a buenas noches? 
Prubébenle al ojo del culo que han muerto muchachos, caballos, perros; marchitado yerbas flores, como hacen los de la cara mirando, por la ponzoña que tienen, en el que llaman mal de ojo. Pues, ¿decir que por él ahorcaron jamás a nadie, como por los de la cara cuando a un testigo de vista esfuerzan las calumnias de un escribano? Fuera de esto, es uno, y así es más absoluto su gobierno y él sólo basta más que ellos dos. 
Lo otro, su vecindad es sin comparación mejor, pues anda siempre, en hombres y mujeres, vecino de los miembros genitales; y así como dice el refrán «Dime con quién andas, diréte quién eres», él se acredita mejor con la compañía que tiene que no los ojos de la cara, pues son vecinos de los piojos y caspa de la cabeza, de los mocos de las narices, de los gargajos de la boca y de la cera de los oídos, cosa que dice clara la ventaja que les hace el venerable ojo del culo. 
Y si queremos más subtilizar esta consideración, veremos que en los ojos de la cara suele haber, por [mill] leves accidentes, telillas, cataratas y nubes; mas en el del culo nunca hubo nubes, que siempre está raso y sereno, cuando mucho tiene algunos truenos y [eso] es cosa de risa y pasatiempo. 
Pues, ¿decir que no es miembro que de gusto a las gentes? Pregúntenselo a uno que con prisa desbucha, que él dirá lo que [el] común proverbio: «Más te quiero que a una buena gana de cagar.» Y el otro portugués que entendió más de esta arte dijo que no había cosa en el mundo como el cagar, si tuviera besos; y dijo bien, como quien tanto conocimiento había llegado a tener de los frutos del rabo. 
Los nombres, pues, que tiene no son sin misterio: trasero, por serlo y llevar como sirvientes delante de sí a todos los miembros del cuerpo; culo, voz también compuesta que llena la boca del que nombra; y [ha habido] quien le ha puesto nombre gravísimo y latino llamado a las nalgas antífonas, por ser dos; otros le llaman del oficio asentaderas; algunos trancahilo, y no he podido hallar, en cuantos libros he revuelto, por qué llamaron así con una voz compuesta, aunque hay quien lee trancahigo, por parecer higo y lo arrugado del pezón; mucho más fácilmente topé lo de llamarse el ojo del culo manojo de llaves por lo redondo del cabo de muchas molduras que hacen aquel mismo repulgo, y viene con los que llaman cofre al culo que es darle cerradura. 
Y en los animales cubrió Dios el culo con un rabo o cola para que como parte más necesaria y secreta estuviera tapado, acompañado y abrigado, con mosqueador para de verano; y en las aves es lo mismo. 
Si miramos lo que hace, es lo que nunca hizo nadie ni pudo, pues en este mundo todos habemos menester a otros para ser proveídos: el alguacil al corregidor, el corregidor al consejero, el consejero al presidente, al presiente porvee el rey; pero el culo porvee a sí mismo y aún al presidente, a veces, que así llaman el bacín (servidor, por otro nombre, cosa equívoca a los derretidos de las damas). 
El culo tiene algo común y plebeyo, como los albañiles, que es el hacer cámaras; llamarse mojones los suyos a imitación de los términos; pujar se dice a su fuerza, palabra que anda por esas almonedas y en boca de pregoneros: ¿hay quien puje?, que no sabe si convidan a cagar si a comprar. 
También se sabe que de las lagañas de los ojos no se hacen ningunas medicinas, ni es útil para nada su excremento, ni el de la boca, oídos ni narices, y consta que la mierda (según que cada día lo prueban los boticarios), la del hombre o mujer, es buena para desligar (Cárdano y Alberto); la del lagarto para los ojos; la de las bestias, que se llama estiércol, es la que fertiliza los campos y a quien debemos los frutos; la del gato de algalia ya se sabe el valor que tiene. Dejo la boñiga del buey que es buena para muchas cosas y, para la labranza y tierra, el mejor estiércol. Lo que dice sólo los que injustamente tienen ojeriza con el culo es que se pee y se caga, cosa que no hacen los ojos de la cara. Y no advierten los cuitados que se cagan mucho peor que el ojo del culo, pues no hay sueño que no se provea por ellos, con mil lagañas; pesadumbre o dolor o pérdida que no se orine por ellos con larga estangurria de lágrimas, cosa que no hace el culo. Lo del pedo es verdad que no le sueltan los ojos; pero hase de advertir que el pedo antes hace al trasero digno de alabanza que indigno de ella. Y si no véase que de sí es cosa alegre, pues donde quiera que se suelta anda risa y es chacota y se hunde la casa. Y es tan importante a la salud, que en soltarle está el tenerla, así mandan los dotores a los reyes y príncipes que no los detengan. 
Pues, ¿decir que no es bullicioso un pedo? ¿Hay cosa como verle entre cien personas en una iglesia o comedia, cual los hace andar listos tapándose las narices? 
Y llega a tanto el valor de un pedo que es prueba de amor, pues hasta que dos se han peído en la cama no se tiene por aposentado el amancebamiento. También declara amistad, pues los señores no cagan ni se peen si no es delante de los de su casa o muy amigos. 
Los nombres del pedo son varios: cuál dice «soltó un preso» haciendo al culo alcalde; otros le llaman «cuesco», derivado de la enigma «Entre peña y peña [albaricoque] suena»; y últimamente le llaman un «beato capite» («entre dos peñas feroces sale un fraile dando voces»). 
Dejo de tratar de los pedos degollados, caballería de por sí; bien manifiesta queda la grandeza del ojo del culo en este caso. 
Pues su fortaleza ¿quién la encarecerá bastantemente; si es tanta que sólo limpiarse con un paño delgado le deja de modo, por todas partes, que es más fácil de tomar la inclusa? 
Y, volviendo a los demás miembros y sentidos, digo que lo que queda en el pañizuelo, de la boca, es gargajos; de las narices, mocos; de los ojos, lagañas; de los oídos, cera. Pero lo que queda en la camisa, del ojo del culo, son palominos, nombre de ave regalada. Fuera que los ojos no tienen cosa señalada con qué limpiarse que a veces piden el pañuelo prestado a las narices, y a la boca de la misma manera. Mas, volviéndonos al culo, ¡qué firmes de grandes señores ha iluminado! ¡Qué de billetes de damas ha firmado! ¡Qué de procesos importantes ha manchado! ¡Y qué de camisetas de holanda ha teñido! Y, al fin, le han servido de limpiadera las mejores manos del mundo. 
Y lo merece todo. Porque también, sin ser abeja, hace cera [o cerote], que así dicen del que tiene miedo. Y, aunque el ojo del culo no ve, hay quien vea por él, pues dicen: «Fulano ve luz por el ojo del culo de Fulano», y en conclusión es vista de invidiar. 
Decir tienen alguna gracia los culos, sería largo de contar. Basta decir que «culos que se conocen en la calle se saludan». Marcial lo dice que son saludadoresLibro 12 de Aethonte, Epigrama 78: Caompressis natibus Iovem salutat, que quiere decir: «apretadas las nalgas, saludó a Júpiter», cantando de uno que se peyó, y por esto algunos le dan tanta antigüedad, que dicen «¿qué tiene que ver el culo con el pulso?», como si dijera de una cosa que no da cuidado ninguno, muy concentrada, comparándola a otra que de cada accidente se desconcierta. 
Ello será proceder in infinitud. Sólo certifico que cuanto he dicho del culo aún me queda el rabo por desollar en contar sus desgracias trabajos, que son los siguientes.


DESGRACIAS 



[1] Ensaña un [ayo] carbonazo y mugriento la lección a un descuidado niño, encomiéndasela a la memoria; divirtiértese después jugando, olvídasele, no sabe darla, y, en pena de lo que pecó la memoria, ábrele el culo a azotes. 

[2] Da un estudiante un madrugón a una viña, decena la mitad della, lleva un lagar en el estómago, topa una fuete y, porque se lo pide el gusto, bebe agua, hártase, peca la sed y deshácese en vivas cámaras el desdichado ojo del culo. 

[3] Como el otro, hambriento y engullidor, en mala sazón seis membrillos por madurar, porque los topó baratos. Aconséjaselo su apetito, asiéntansele en el estómago y abrasan a puros jeringazos al pobre ojo del culo. 
[4] Impórtale a uno bajar una escalera, no mira adonde pone los pies, resbala, pecan los ojos y va bajando, haciendo astillas el del culo, de escalón en escalón. 
[5] Tiene un mal curado enfermo modorra porque el mal se le ha apoderado de los sentidos; pecólo el médico con descuidadas prevenciones y consumen a puras sanguijuelas al mal aventurado ojo del culo. 

[6] Sábese por el texto que el regüeldo 
 es un pedo malogrado 
 según lo escribe Angulo, 
 pues de puro desdichado 
 no pudo llegar al culo. 
y en la fe de que le echa la boca, no ha salido, cuando todos le dan una barahúnda de coches; y al pedo le maldicen sólo porque salió por el mal aventurado ojo del culo.

[7] Va un platicante o cirujano a ordenar un medicamento a la cocina, topa con la criada y, porque se habían hecho del ojo, cógeles la necesidad en medio de las escaleras y pídela él que se menee y ella, por darle gusto, empiezan sus cernidillos y bamboleos y acribillan el pobre ojo del culo contra los escalones. 
[8] Está un hombre hincando el box a una mujer y, después de haberse holgado, dice: «¡Que linda cosa, si no estuviera dos dedos del ojo del culo!» 
[9] Da el otro extranjero en cabellerear y servir a damas y traer gran fausto. Falta a los negocios, pierde el crédito, y lo que pecaron los genitales redunda en prejuicio de la reputación del culo, diciendo: «Don Fulano dio de culo.»
[10] Tan desventurado es el culo, que aun en los animales y bestias grandes siempre los muerde el lobo por el culo. [Quiere descansar una mona a menudo; siéntase a cada paso y llénase de callos el culo.] 
[11] Pues ¿quién se hartará de llorar la suma desgracia de los culos en Carnestolendas? Pues por holgarse los muchachos, en pasando el uno al otro se llenan de mazas y trapajos los culos y a veces se los abrasan con estopas ardiendo. 
[12] Promúlganse unas premánticas que muy doctos y venerables letrados con mucho cuidado ordenaron. No salen a satisfacción del pueblo, y lo que erraron los pobres juristas, tan reverendos, paga el culo desventurado del perro, atándoselas al rabo por maza los muchachos.
[13] Va una vieja medicinera a echar una ayuda a un enfermo, resbala con la vista y rocíale todo el culo. 
[14] Coge a uno la necesidad en la comedia o en la calle, y porque no llegó tan presto a las necesarias, o le embarazó algún nudo ciego, embadúrnase el mal aventurado ojo del culo. 

[15] Sale un hombre de a pie a la plaza a correr los toros, vese algo apretado del toro, resbala y tropieza y desgárrale el pobre culo. 
[16] Múerese el Papa en Roma y avisan por las postas enviando a un hombre y va haciéndose rajas el pobre ojo del culo. 
[17] Llega un caminante muy cansado del camino a la posada y, lo primero que hace, se sienta sin mirar ni reparar; topa con un clavo o rastrillo, y maltrátase, y aguijonéase el pobre culo .
[18] Al fin todos los demás miembros del cuerpo se huelgan: unos gozando de lo bueno, y otros de lo deleitoso; otros gozan con la boca y retozan con los dientes lo sazonado de la comida. Y al fin todos los demás miembros del cuerpo han holgado, y el culo es tan desgraciado que sólo una vez que se quiso holgar lo quemaron."

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