Un león en el Museo del Prado y las Guerrilla Girls, nada nuevo bajo el sol
En los últimos días los medios de comunicación se han hecho eco de la noticia de que el Museo del Prado expondría un cuadro de la pintora Rosa Bonheur. Y, como viene siendo habitual, las redes se han llenado de mensajes a favor y en contra de la decisión.
Pero, ¿por qué alguien podría estar en contra de que se exponga un cuadro en un museo de pintura? En primer lugar hay que tener en cuenta que hablamos de Twitter, ese lugar donde todos volcamos nuestro odio, a menudo indiscriminado, y que sin embargo amamos. Pero veamos si hay algo más allá del odio indiscriminado...
Para entender los comentarios de los últimos días en redes, primero debemos entender el por qué de aparezca este cuadro ahora en las paredes del Museo del Prado: en realidad esta pintura, titulada El Cid, se realizó en 1879 y en ella aparece sencillamente el busto de un león pintado en una forma muy realista.
El cuadro en cuestión. |
En la propia página web del Museo del Prado se nos informa que la autora del cuadro, Rosa Bonheur tenía una compañera sentimental femenina, Anna Klumpke, y es que la francesa fue siempre una lesbiana confesa que lucía con orgullo su orientación sexual en un siglo XIX que no era precisamente propicio para ello. De hecho, había hecho reivindicaciones que le habían llevado a tener que pedir "permiso de travestismo" para ponerse pantalones en actos públicos.
Fue el diseñador gráfico Luis Pastor quien, en una visita a la exposición, descubrió que el cuadro había permanecido en los fondos del museo sin ser exhibido desde ese mismo 1879. Consciente de que Bonheur no era una donnadie, y no precisamente por su orientación sexual, sino por méritos propios que le habían valido ser condecorada en Francia (Legión de Honor francesa), en España (Orden de Isabel la Católica) y en Bélgica (Orden de Leopoldo), decidió poner en marcha una campaña para que el museo expusiera la obra como parte de su colección permanente.
La obra, según la ficha del propio Museo del Prado es "un 'retrato' dotado de un salvajismo vital, un alegato realista en favor de una animalidad libre donde no cabe la sumisión, una metáfora de los valores instintivos y emocionales que marcaron la vida de Rosa Bonheur".
Y finalmente, en los últimos días, el objetivo de Luis Pastor se ha logrado: el Museo del Prado ha anunciado que la obra se expondrá a partir de finales de agosto o principios de septiembre.
La medida, en general, ha sido muy bien acogida por el público, sin embargo, siempre aparecen voces discrepantes. Gracias al magnífico divulgador de la historia del arte El Barroquista hemos conocido el debate y hemos podido leer algunas de esas opiniones contrarias.
Según quienes rechazan la medida, esta se ha tomado únicamente por una cuestión "de cuota", por cesión a un supuesto "lobby feminista" o la "ideología de género", pero señalan ellos que en realidad se trata de un mal cuadro. Quienes tienen el atrevimiento de aseverar tales cosas no solo se consideran más expertos que los divulgadores, sino que los propios conservadores del museo e incluso que quienes otorgaron todas esas condecoraciones a la pintora.
El problema es que además, cuando se inician estos debates en redes sociales suelen acabar en argumentos tan zafios y denigrantes para sus propios emisores como este:
seguro que era una mujer? pic.twitter.com/KSXmT5KyYc— Javier Rivas (@jrivascuellar) July 20, 2019
Así que, nosotros, que no somos especialistas en historia del arte, pero que sí que tenemos un papel donde dice que somos historiadores, hemos decidido rescatar un acontecimiento histórico no muy conocido que viene a poner de relieve que esto no es nada nuevo, y que quizá nos sirva para tomar algo de perspectiva y esgrimir mejores argumentos en estos debates.
En 1985 se fundó un grupo de artistas femeninas y feministas bajo el nombre de Guerrilla Girls, con el objetivo de denunciar el trato discriminatorio que las mujeres sufrían en el mundo del arte. El movimiento, en 1989, decidió exhibir un cartel a la entrada del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York que ponía de relieve ese trato discriminatorio que venían denunciando, pues en él se leía: "Tienen que estar las mujeres desnudas para entrar en el Met. Museum? Menos del 4% de los artistas de la sección de Arte Moderno son mujeres, pero el 76% de los desnudos son femeninos".
Como se puede ver, nada nuevo bajo el sol. Y estamos hablando de 1989, no hablábamos entonces de "ideología de género" ni de "lobby feminista". Y sin embargo los datos siguen siendo sorprendentemente parecidos y no solo en los museos históricos: en ARCO, por ejemplo, tan solo el 4,4% de las obras expuestas pertenece a artistas mujeres.
Como se puede ver, nada nuevo bajo el sol. Y estamos hablando de 1989, no hablábamos entonces de "ideología de género" ni de "lobby feminista". Y sin embargo los datos siguen siendo sorprendentemente parecidos y no solo en los museos históricos: en ARCO, por ejemplo, tan solo el 4,4% de las obras expuestas pertenece a artistas mujeres.
Los defensores de la medida esgrimen argumentos como que en realidad el cuadro había permanecido oculto obedeciendo los principios de escuelas historiográficas ya caducas en el siglo XXI, cuando quizá sí que se aplicasen cuotas. Lo de ahora no es una cuestión de cuota, sino de justicia histórica y artística.
Así que antes de seguir debatiendo, antes de recurrir a argumentos que aludan al físico de una persona y no al valor de su obra, por favor, informémonos un poco y aprendamos a escuchar a los expertos, porque si no conservaremos los mismos datos alarmantes en 1989, en 2019 y en 2049.
Así que antes de seguir debatiendo, antes de recurrir a argumentos que aludan al físico de una persona y no al valor de su obra, por favor, informémonos un poco y aprendamos a escuchar a los expertos, porque si no conservaremos los mismos datos alarmantes en 1989, en 2019 y en 2049.
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