Comunicado de Ad Absurdum sobre el humor y Hitler

El día 29 de noviembre hicimos un chiste con ocasión del suicidio de Slobodan Praljak. No nos burlábamos directamente de él, pero utilizamos su muerte para hacer humor.

Pero esta no es la noticia, la noticia es que una chica se sintió molesta por ello y nos lo hizo saber vía Twitter. En otro momento no nos habría importado, con el debido respeto hacia ella, claro está, pero es que nos dedicamos a hacer humor histórico, y aquí y en nuestras redes sociales nos hemos burlado de Hitler, de Franco, hemos hecho chistes sobre la muerte de Felipe III y la de Juan de Austria (todos ellos muertos, claro). Pero además en este caso nos habría importado aún menos porque nos burlábamos de la muerte de un hombre condenado por crímenes de guerra, asesinatos de civiles, deportaciones, ataques racistas, por arrasar ciudades, por crímenes sexuales y torturas. En fin, una persona de la que no nos arrepentiremos de haber hecho chanzas a su costa.
Como decimos, en otro momento no nos habría importado lo más mínimo. De hecho tampoco es la primera vez que nos llegan este tipo de quejas, y con esta chica en cuestión no cruzamos más de un par de tweets, porque tampoco tenemos nada contra ella. Sin embargo hemos creído oportuno traer este caso aquí por dos motivos.
En primer lugar, esta usuaria se define a sí misma como progresista, y en sus publicaciones defiende causas contra la homofobia, el racismo y demás. Aunque esto no debe ser una contradicción, pues puede perfectamente oponerse a que se hagan chistes a costa de personas fallecidas, no deja de llamarnos la atención que la queja viniese precisamente cuando nos burlábamos de este despreciable ser.


Un señor riéndose de otro ser despreciable, y encima no se esperó a que muriese.

Y en segundo lugar por la semana en que ha ocurrido esto. El mismo día 29 la diputada del Partido Popular Alicia Sánchez-Camacho, con la excusa de un comentario que recibió de parte de otro ser despreciable (todo sea dicho, pues el comentario inoportuno y machista era un rato), proponía poner fin al anonimato en redes sociales. Sin duda la intención es dificultar la libertad de expresión de determinadas personas por medio del miedo a las consecuencias. Y, hablando de consecuencias, al día siguiente, el día 30, se juzgaba a otro tuitero arrestado en el contexto de la ya conocida Operación Araña.
No hablamos de la manida «dictadura de lo políticamente correcto», que es la etiqueta que emplean los sectores más rancios de nuestra sociedad para lanzar ataques homófobos, racistas, clasistas, machistas, etc. Pero, ¿es posible que esta chica fuera víctima de la política del miedo impuesta por las autoridades últimamente? ¿Estaremos alcanzando la autocensura sin darnos cuenta? Todo esto nos ha vuelto a recordar una frase de la que ya hablamos en otra ocasión, la pronunciada por Gérard Biard, editor del semanario satírico Charlie Hebdo«la autocensura es el principio del autoritarismo».
El humor es peligroso, pero solo para quienes pretenden ejercer el dominio sobre los demás, pues es síntoma de falta de miedo, y el terror es la mejor herramienta de dominio. Esto es algo que sabía perfectamente un experto opresor conocido como Adolf Hitler.
A colación de lo que comentamos traemos esta anécdota que atañe al dictador alemán: 

El 26 de junio de 1943 el Tribunal del Pueblo alemán condenó a morir en la guillotina a Marianne Elise K., trabajadora en una fábrica de armas y viuda de un soldado alemán muerto pocos años antes. Su delito: contar un chiste.
Un día esta pobre mujer tuvo la ocurrencia de contar a un compañero de trabajo un chiste: «Hitler y Göring están en la torre de radiodifusión de Berlín. Hitler dice que quiere darles una alegría a los berlineses. A lo que Göring le contesta: ¡Entonces salta!».
Su compañero la denunció por ello, y la decisión del tribunal fue la pena de muerte. El régimen nazi sabía que su principal sustento era el terror, y si este desaparecía, si desaparecía el respeto y el temor a las autoridades nazis, el régimen corría peligro. Por eso había que erradicar estos comportamientos.


"No lo entiendo. No le veo la gracia".

«¡Qué exagerados!», pensarán algunos al leer estas asociaciones que hacemos. Y es muy posible que así sea. Pero nos gusta ser precavidos y advertir antes de que sea tarde. No nos gustaría caer en la autocensura, tener miedo y dejar la puerta abierta al autoritarismo.
Insistimos: no nos molestó la protesta de la usuaria de Twitter, y no la acusamos de nada (no seamos simplistas), pero sí que reabrió esta vieja preocupación nuestra. Desde aquí pedimos que no se acabe con el anonimato en redes sociales, pues, desgraciadamente, es la única vía que tienen algunos de nuestros compañeros y amigos para poder opinar sin sufrir consecuencias laborales o de otra naturaleza. Pedimos también que cese la persecución a personas por el mero hecho de emplear el humor u opinar. Pero, sobre todo, os pedimos a quienes nos leéis que no permitáis que nos derrote el miedo y triunfe la autocensura, pues sus consecuencias son impredecibles.


"Acho, lo acabo de pillar... jajaja".

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