Faruk I de Egipto: el rey que robó el peluco a Churchill

La cleptomanía es un trastorno mental caracterizado por una tendencia irrefrenable al robo. Muchísimas celebridades han sido señaladas como cleptómanas, desde la actriz Winona Ryder a la cantante Katy Perry, pasando por el jugador de fútbol americano O. J. Simpson. Pero ¿qué pasaría si el cleptómano en cuestión fuera un diplomático? ¿Se puede ser ambas cosas a la vez y que todo salga bien? Pues probablemente no.
Este fue el caso del rey de Egipto Faruk I
El joven Faruk.
Su reinado se extendió desde 1936 hasta 1952 y, aunque Reino Unido había reconocido la independencia de Egipto en 1922, la dinastía Mehmet Alí, era en la práctica un gobierno títere de los británicos. A cambio de ciertas ventajas económicas y militares para el Reino Unido, los monarcas egipcios podían mantener su lujoso estilo de vida contando con la protección británica.
Faruk llegó al poder con apenas 16 años tras la repentina muerte de su padre. Y aunque fue bien recibido por la práctica totalidad de las facciones políticas del país, poco a poco se fue granjeando una enorme antipatía a través de sus excentricidades.

[Hacemos un alto para subrayar que la familia de Faruk se escribía con F mayúscula: efe de familia, efe de Faruk, la efe de su padre, Fu'ad; la efe de su hermana, Fawzia; la efe de su primera esposa, Farida; las efes de sus hijas, Ferial, Fawzia y Fadia... bueno, hasta aquí la gracia]

En un principio sus excentricidades no destacaban entre las de otros monarcas del momento (e incluso actuales): fiestas, banquetes, alcohol, cacerías, juego, continuos viajes de placer... una muestra del ritmo de vida que llevaba es el hecho de que comenzase su reinado como un joven apuesto y de buen porte físico, y lo terminase con serios problemas de obesidad que lo llevaron a pesar 140 kilos. Lo llegaron a definir como "un estómago con cabeza".


Faruk el día de su boda con Farida. Faruk es el hombre de la izquierda,
pero pocos años después sería el de la derecha.

Sin embargo, pronto empezó a despuntar con comportamientos más parecidos a los de un monarca medieval o de la Europa absolutista, partiendo por la creación de una genealogía inexistente que lo relacionaba directamente con Mahoma.
Continuamente llevaba a cabo demostraciones de su poder haciendo cosas como vestir a su esposa con 120.000 diamantes, hacía regalos de lo más llamativo, llegando incluso a plantear juegos a la población como lanzar una pelota de ping pong desde una avioneta, y el súbdito que la encontrase tenía el derecho de recibir todo tipo de regalos en palacio.
Pronto empezó a hacer esas típicas cosillas sin sentido que hacen todos los grandes déspotas, como por ejemplo prohibir que en Egipto nadie además de él pudiera tener un coche rojo. En otra ocasión, tras soñar que era devorado por una manada de leones, se plantó en el zoológico de El Cairo y mató a tiros a todos los felinos.
Así, que el bueno de Faruk fuera aficionado a coleccionar cosas como cómics o pornografía, parece de lo más normal.
Pero es que, para colmo, Faruk tenía una insana afición a robar. Cualquiera en su lugar, con tantas riquezas, habría aceptado que no tenía la necesidad de hacerlo, y habría utilizado una mínima parte de su fortuna para costearse un tratamiento contra la cleptomanía. Pero no Faruk. Faruk tenía un plan mejor: sacó de la cárcel a un célebre ladrón para que le enseñase todos sus trucos y así poder emularlo.



La gente le saluda, pero él no devuelve el saludo porque no tiene mano.
Fue entonces cuando empezó sus pinitos en el mundo del robo, y dos fueron sus principales hitos:
El primero, el robo de la espada enjoyada de su cuñado. Si esto te parece fuerte, espera que hay dos datos que debes tener en cuenta: 1. Su cuñado era el mismísimo sah de Persia, Reza Pahlavi. 2. Su cuñado estaba muerto y la espada estaba en su ataúd.
Después de la muerte del sah, su cadáver hizo una pequeña gira visitando distintos lugares que mantenían buenas relaciones con Irán para que se le rindiesen los honores correspondientes. Y cuando el ataúd hizo su parada en Egipto, Faruk y sus manos largas tomaron prestada la espada y unos cuantos objetos de lujo que lucía el cadáver.
El segundo hito en la carrera cleptómana de Faruk, como habrás advinado, es el que da título a esta entrada: al estallar la Segunda Guerra Mundial, las relaciones de Reino Unido y Egipto no pasaban por su mejor momento. Egipto era oficialmente aliado de Gran Bretaña, pero Faruk ponía ojitos a Hitler. Lo mismo firmaba un acuerdo de ofensiva conjunta contra Alemania que, al día siguiente, discutía con los alemanes la posibilidad de una invasión del Delta del Nilo.
Esto, obviamente, incomodaba al primer ministro británico, Winston Churchill, que tuvo que tragarse su orgullo unas cuantas veces y aguantar varias reuniones con el monarca egipcio para hablar de estas cuestiones.
Una de aquellas reuniones tuvo lugar en la casa de Churchill, donde Faruk se encaprichó de un reloj de bolsillo propiedad del mandatario inglés. Cuando el británico echó en falta el reloj en su bolsillo, ya era tarde, se encontraba en el bolsillo del egipcio. Pero no creas que lo escondió, no. En lugar de ello, el todopoderoso rey lo lució varias veces en público, y el robo se hizo famoso ya en su momento. En una ocasión, interrogado por los periodistas acerca del reloj, se limitó a responder que se lo había encontrado. Guiño, guiño.


DRAMA. Esta imagen indica que en las próximas líneas le va a pasar algo malo a Faruk.
Aunque Faruk apostó finalmente por el caballo ganador en la guerra, sus actitudes le pasaron factura. Además, el tipo no se coscaba de que eran tiempos de cambio, y mientras por todos los países del mundo islámico se abrían paso movimientos nacionalistas o socialistas, Faruk se mantenía al margen de todo pensando únicamente en su ombligo, que ya empezaba a desaparecer entre capas de grasa.
Así, no es extraño que tras la Segunda Guerra Mundial irrumpiesen con más fuerza que nunca en Egipto los partidos republicanos. En 1952 un golpe de Estado lo forzó a abdicar en su hijo, pero como este tenía seis meses por entonces, en menos de un año se decidió que era absurdo mantenerlo en el poder y se dio paso a la república.


Faruk con su segunda esposa, Narriman, y su hijo Fu'ad II durante su exilio en Italia.
Así terminó la monarquía egipcia, pero no la vida de Faruk, que aún vivió trece años más. Y claro, un hombre así no podía decepcionar. Aquellos trece años vivió tan bien como los anteriores pero en Europa, disfrutando de su riquezas y de la protección de distintos gobiernos europeos. Un hombre como Faruk I tenía que tener una muerte a la altura de su personalidad: el día 18 de marzo en un restaurante de Roma Faruk y sus 140 kilos de peso se desplomaron sobre un plato de comida mientras disfrutaba de un puro tras un banquete. Un ataque al corazón había fulminado a tan eminente monarca.


  • Phillips, Tom (2019). Humanos. Paidós.

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Esta historia no está incluida en nuestro nuevo libro, El pene perdido de Napoleón... y otras 333 preguntas de la Historia, pero hay otras 333 que seguro que te resultarán muy interesantes.

1 comentario:

  1. Hay un fallo garrafal en el texto. El cuñado de Faruk, ciertamente era Mohamed Reza Pahlevi,pero dificilmente pudo robarle a su cadaver, puesto que el Shah murió en 1980 y Faruk en 1965. El Shah se casó con Fawzia, hermana de Faruk en su primer matrimonio, antes de casarse con Soraya Bajtiari. Así que me imagino que la anécdota se referirá a su suegro, en todo caso (Reza Pahlevi, el padre de Moahmed Reza y de Fawzia).

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