Cuando Argentina intentó conquistar la Antártida con un bebé

La Antártida es un territorio reclamado por muchísimos países (Reino Unido, Noruega, Nueva Zelanda, Francia, Chile, Australia,...), y cada uno argumenta distintos motivos: científicos, geográficos, históricos, geológicos, etc. Por ello, el continente helado se ha convertido en el centro de disparates diplomáticos de toda clase.
Uno de esos episodios tuvo como protagonista a un bebé argentino en el momento de su nacimiento. Y es que en 1977 Augusto Pinochet visitó la Antártida para reclamar para Chile aquel territorio. Ante la visibilidad que el dictador chileno consiguió, al gobierno argentino se le ocurrió un plan perfecto para hacer valer y acelerar sus reivindicaciones sobre la Antártida: que un niño de padres argentinos naciese allí.

A la izquierda los territorios que reivindica Chile. A la derecha los que reivindica Argentina.
La madre escogida fue Silvia Morella de Palma, esposa de un soldado destinado en la base militar Esperanza en el continente antártico. Cuando la mujer se encontraba en el séptimo mes de su embarazo, fue enviada junto a otros miembros de su familia a la base para dar a luz allí.

Base militar Esperanza.
La excusa era perfecta: se trataba de un experimento científico que pretendía estudiar la vida familiar en ese entorno tan particular. De hecho no era la única familia allí destinada. Para tal fin se construyó todo un complejo residencial en el que convivieron casi una decena de familias argentinas, pero tan solo un miembro se convirtió en nativo.
El día 7 de enero de 1978 nació Emilio Marcos Palma, el primer niño nacido en la Antártida. Y hacemos un breve inciso: aunque oficialmente Emilio es el primer niño antártico, Noruega reivindica que en realidad se trata de Solveig Gunbjörg Jacobsen, una niña nacida en 1913 en la isla de Georgia del Sur, pero que a veces no es considerado territorio antártico.

La niña es Solveig, el que le da la mano su padre, al otro lado su perro y detrás una ballena.
La típica foto familiar que todos tenemos.
El pequeño Emilio se convirtió en noticia, y, al año siguiente, en un ejercicio propagandístico, Argentina empezó a imprimir sellos en los que aparecía el mapa del país con la parte de la Antártida reivindicada ya incluida.
La respuesta de Chile fue aún más estrambótica que el plan argentino: Pinochet empezó a mandar a parejas de recién casados a la base militar chilena para ver si podía sacar partido a la pasión de la luna de miel.
El caso es que le funcionó bastante bien, porque se registraron doce nacimientos, el primero de ellos alumbrado en 1984 con el nombre de Juan Pablo Camacho.

Pinochet en la Antártida en 1977.
A lo largo de la década de los 80 argentinos y chilenos se lanzaron a poblar el continente como conejos. 8 niños argentinos y 12 chilenos nacieron en total.
La filosofía de ambos actos era que como el continente carecía de población autóctona, el país que la generase tendría derechos sobre la soberanía del territorio. Sin embargo, los especialistas respondieron que los argumentos que aportaban eran emocionales pero no legales. No existía una base legal para reivindicar esos territorios alegando nacimientos.
Por tanto, sobra decir que el plan no le funcionó ni a Argentina ni a Chile, pues la comunidad internacional no reconoció su soberanía. Pero lograron crear una pequeña comunidad nativa del Polo Sur, y de hecho en la actualidad la población estimada del continente asciende a casi 5.000 habitantes en verano. Eso sí, la población que tiene en invierno es cuatro veces menor, como Benidorm.

El pequeño Emilio ya no es pequeño.
Por cierto, aquellos niños y niñas son hoy personas adultas de bien, no murieron congelados ni nada parecido. De hecho, Emilio, el pequeño colonizador argentino, acabó conquistando el corazón de María de las Nieves Delgado, la primera niña nacida en la Antártida (27/03/1978), y crearon su propia familia de pioneros. 

  • Holmes, Tao Tao (25/02/2016): “How a Baby Staked Argentina’s Claim on Antarctica”, en Atlas Obscura.
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