El robo de los calzoncillos de Carlos II

En el año 2014 una casa de subastas de Beverly Hills puso a la venta ropa interior de Madonna, y muchos de sus fans llegaron a pagar varios miles de dólares por unas bragas usadas por la cantante. Esto no es nada extraño, en Japón existen ya hasta máquinas expendedoras de tangas usados… Nosotros, que miramos atónitos estas noticias, pensamos que es una excentricidad grotesca, un fetichismo fuera de lo común, pero la cosa cambiaría si nos ofreciesen unos calzoncillos del rey Carlos II de España. En ese caso, nosotros seríamos los primeros en pujar. Y es que hubo un momento en que se pensó que la ropa interior de este monarca podía esconder la respuesta a uno de los grandes misterios de la historia de España…
Carlos II fue el último miembro de los Austria que reinó en España. Al morir sin descendencia, se desató un gran conflicto civil e internacional por la sucesión al trono español que, como resultado, nos traería a los Borbones. Pero ¿por qué no pudo Carlos II engendrar un hijo?
Antes que señalar al rey, el machismo propio (íbamos a decir de la época pero…) de cualquier época, hizo que se acusase a sus compañeras. Carlos estuvo casado en dos ocasiones: la primera con María Luisa de Orleans, a quienes los españoles dedicaron versos tan originales como:


«Parid, bella flor de lis,
en aflicción tan extraña,
si parís, parís a España,
si no parís, a París».

En segundas nupcias casó con Mariana de Neoburgo, con quien los madrileños no fueron más benevolentes, y le cantaban:

«Tres vírgenes hay en Madrid:
la Almudena, la de Atocha,
y la reina nuestra señora».

María Luisa de Orleans.
Ya advertimos lo de la endogamia.
Pero mucho se equivocaban al acusar a las esposas, que eran perfectamente fértiles, el problema en realidad lo tenía el propio rey. Quienes fueron conscientes de esto, le colgaron la etiqueta de El Hechizado, pensando que se trataba de un encantamiento al que le habían condenado. De hecho, el Inquisidor General, el cardenal Rocabertí, emprendió una investigación en este sentido, y llegó a una conclusión muy concreta: el producto que había hechizado al rey «se lo habían dado en una taza de chocolate el 3 de abril de 1675, en la que habían disuelto sesos de un ajusticiado para quitarle el gobierno; entrañas para quitarle la salud y riñones para corromperle el semen e impedir la generación». Podemos sospechar que demasiados datos conocía el señor Rocabertí… Pero desde luego él también andaba muy lejos de la respuesta al misterio.
El caso es que había muchas casas reales repartidas por Europa que estaban muy interesadas en resolver el misterio y saber si el rey de España podía o no engendrar hijos. A fin de cuentas, si alguna de estas casas lograba tener descendencia con él, podría acrecentar mucho su patrimonio. Una de las más interesadas era Francia que a través de su embajador llevó a cabo uno de los robos más extraños de la historia.
El ideólogo de la operación fue François de Pas, conde de Rebenac, que, para salir de dudas, decidió robar la ropa interior del rey. Esto tiene una explicación: Carlos II, además de un millón más de males y enfermedades, sufría “eyaculación precocísima”, vamos, que se iba con una mirada, así que era muy habitual que su ropa interior estuviera manchada de semen. El francés pensó que analizando ese semen podría saber si el rey podía o no llegar a tener hijos. Para ello, sobornó a una empleada de la lavandería real para que le consiguiera unos calzoncillos sucios del rey, y la ropa de cama de la reina. Un plan perfecto, pero quizá el conde se adelantó demasiado en el tiempo, y no cayó en la cuenta de que, probablemente, la ciencia por entonces no estaba lo suficientemente avanzada como para poder llegar a tal conclusión, aunque ya se conocía la existencia de los espermatozoides.




La medicina actual nos dice que en realidad lo que sucedía es que, entre otro millón de cosas, el rey padecía el síndrome de Klinefelter, una enfermedad genética consistente en “una alteración cromosómica expresada en el cariotipo 47/XXY”. Que para los que somos de letras viene a ser: una cosa muy mala que hace que no puedas tener hijos.
Ya podían los españoles acusar a sus esposas, y ya podían los franceses hurgar entre sus paños menores. Pero en realidad no es extraño que Carlos II no pudiera engendrar hijos, lo raro es que se mantuviese con vida: este rey era el último de una larguísima tradición endogámica que dio lugar a un ser enfermizo, acosado por todo tipo de males y dolores, y con un coeficiente de consanguinidad de 0,25, que es casi lo que tendría una persona si sus padres fueran hermanos. Así que igual debemos dar gracias a esa incapacidad para procrear. ¿Quién sabe si lo que hubiera traído al mundo Carlos II habría sido peor que los Borbones?

Esta y otras muchas aventuras y desventuras de Carlos II en Historia Absurda de España.

  • García-Escudero López, Á., Arruza Echevarría, A., Padilla Nieva, J., y Puig Giró, R. (2009): "Carlos II: del hechizo a su patología génito-urinaria", en Archivos Españoles de Urología, vol. 62, nº3.
  • Calvo Poyato, J. (1998): La vida y época de Carlos II el Hechizado. Barcelona: Planeta.
  • Calvo Poyato, J. (1992): Carlos II el Hechizado. Barcelona: Planeta.
  • Cervera, C. (2016): El Imperio de los chiflados. Madrid: La Esfera de los Libros.
  • Kamen, H.  (1987): La España de Carlos II. Barcelona: Planeta.
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