Hitler y la falacia de la lista más votada
Decía Goebbels que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad, pero, aunque muchos lo repitan una y otra vez en la actualidad, la máxima de moda “que gobierne la lista más votada es lo más democrático”, no se convierte en verdad. Y es que tal idea no es más que una falacia demagógica, y nosotros, como competentes (o eso dicen) en las ciencias sociales, nos sentimos en la obligación de explicar el porqué.
Sistemas parlamentarios y presidencialistas
Probablemente el éxito de
implantación de esta idea entre buena parte de la ciudadanía responde a las
carencias de nuestro sistema educativo y a la habilidad de los partidos
políticos para desvirtuar la realidad, así que comencemos por lo más básico:
España es oficialmente una monarquía parlamentaria. ¿Qué quiere decir esto? Los
españoles no elegimos al presidente a través de las elecciones, sino que
elegimos a las personas que nos representarán para llegar a un acuerdo y formar
un gobierno. Cualquier otro sistema en el que los ciudadanos eligiesen de forma
directa a su primer ministro sería un sistema presidencialista (o
semipresidencialista), y requeriría de una serie de medidas complementarias
para asegurar el carácter democrático de la elección y legitimar al presidente
electo. Tal es el caso de Francia que opta por una primera y segunda vuelta, o
el de Grecia, que recompensa con 50 escaños extra al partido más votado (medida
un tanto chapucera, por otra parte).
Vencedores y vencidos
La idea que los partidos intentan
implantar durante la campaña electoral de que con tu voto estás eligiendo al
presidente no es real. Las elecciones sirven para constituir una cámara de
representación, de forma que tampoco puede haber “ganadores” y “perdedores”.
En este sentido, recientemente la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría utilizó la expresión “pacto de perdedores” para referirse a la oposición a la lista más votada. De esta manera, los votantes de opciones distintas a la lista más votada pasarían a ser “perdedores” también. Esto es una falta de respeto a la ciudadanía española, y más concretamente, y de acuerdo a los sondeos, a la mayoría de españoles, pues los partidarios de los "perdedores" son mayoría frente a los partidarios de los "ganadores". Preferimos pensar que se trata de un grave desconocimiento del sistema electoral español, antes que pensar que se trate de una intencionada tergiversación y expresión demagógica, cosa que no tiene cabida en una campaña electoral española, ¿no?
En este sentido, recientemente la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría utilizó la expresión “pacto de perdedores” para referirse a la oposición a la lista más votada. De esta manera, los votantes de opciones distintas a la lista más votada pasarían a ser “perdedores” también. Esto es una falta de respeto a la ciudadanía española, y más concretamente, y de acuerdo a los sondeos, a la mayoría de españoles, pues los partidarios de los "perdedores" son mayoría frente a los partidarios de los "ganadores". Preferimos pensar que se trata de un grave desconocimiento del sistema electoral español, antes que pensar que se trate de una intencionada tergiversación y expresión demagógica, cosa que no tiene cabida en una campaña electoral española, ¿no?
Hitler y la lista más votada
Pongamos un ejemplo, esta vez
más histórico: suele ser recurrente el argumento “Hitler ganó las elecciones”,
y claro, si seguimos empleando esta equívoca dialéctica de "ganadores y perdedores", Hitler ganó no una,
sino hasta tres veces unas elecciones (sin contar las que se hicieron bajo su dictadura). En 1932, antes de llegar al poder
definitivamente, Hitler había encabezado la lista más votada en dos ocasiones,
sin embargo, no había logrado hacerse con la mayoría absoluta, pues en aquel momento
no recibió el apoyo del resto de partidos, y se formó lo que la vicepresidenta
del gobierno llama un “pacto de perdedores”. Independientemente de que Hitler,
finalmente llegase al poder por otros medios, en aquel momento el pacto de
perdedores era un acto de responsabilidad democrática, pero quizás los defensores
del gobierno para la lista más votada no opinen igual.
En definitiva, la idea del
gobierno para la lista más votada tiene poco o nada que ver con la calidad de
la democracia, y es que la primera lección que todo el mundo debería aprender en la escuela es que la democracia es un procedimiento, y no una ideología, ni mucho menos patrimonio de nadie. Pero no queremos que esta reflexión nuestra se entienda como una reductio ad hitlerum, ni mucho menos como un ataque a un partido en concreto, pues somos conscientes de que una propuesta de estas características podría llegar en cualquier momento de boca de otro partido que en el futuro pudiera encontrarse en una ventajosa situación.
Somos conscientes también de que esta reflexión puede dejar fríos a muchos que pueden seguir pensando que es más democrático ceder el gobierno a la lista más votada, independientemente del resultado del resto de candidaturas, y por eso os dejamos con un último comentario y un último ejemplo: si un partido gana las elecciones con un 30% de los votos, la lógica no invita a pensar que la voluntad de la ciudadanía es que el candidato de esa lista sea quien gobierne, sino, por el contrario, que el candidato de esa lista está rechazado por un 70%, y eso sí es mayoría. Pensar lo contrario sería tanto como pensar que la mayoría de catalanes quieren que Cataluña sea independiente porque la lista más votada fue la de Junts pel Sí.
Somos conscientes también de que esta reflexión puede dejar fríos a muchos que pueden seguir pensando que es más democrático ceder el gobierno a la lista más votada, independientemente del resultado del resto de candidaturas, y por eso os dejamos con un último comentario y un último ejemplo: si un partido gana las elecciones con un 30% de los votos, la lógica no invita a pensar que la voluntad de la ciudadanía es que el candidato de esa lista sea quien gobierne, sino, por el contrario, que el candidato de esa lista está rechazado por un 70%, y eso sí es mayoría. Pensar lo contrario sería tanto como pensar que la mayoría de catalanes quieren que Cataluña sea independiente porque la lista más votada fue la de Junts pel Sí.
ACTUALIZACIÓN: en Dinamarca, paraíso de Ciudadanos, gobierna el que quedó tercero. Nos parece extraño que Rasmussen, primer ministro de Dinamarca, no se lo mencionase el otro día a Rivera cuando se vieron.
- CEBRIÁN, J. L. (2015): La lista más votada, en ElPaís.com.
- MARTÍNEZ RODRIGUEZ, R. (2015): El gobierno de la lista más votada: entre chapuza y cacicada, en eldiario.es.
- LOSADA, A. (2015): La falacia de la lista más votada, en eldiario.es.
- La trampa de la lista más votada.
Excelente, como siempre.
ResponderEliminarY tú tan atenta como siempre ;) ¡Muchas gracias!
EliminarPero Junts pel sí es un conglomerado de partidos, que en las mismas elecciones autonómicas estaban ya estaban peleados.
ResponderEliminarPero Junts pel sí es un conglomerado de partidos, que en las mismas elecciones autonómicas estaban ya estaban peleados.
ResponderEliminarRealmente la democracia tampoco es un procedimiento, es mucho más que eso, otra cosa es que se convenga en llamar "democracia" al procedimiento parlamentario por sufragio universal (no quiero decir que no sea en cierto modo democrático, pero la democracia es mucho más que eso), ya que es elegir una representación en función de las ideas de cada uno, sin embargo sería posible implementar (con la tecnología actual) mecanismos que aumentasen la participación ciudadana en las decisiones públicas, que es al fin y al cabo lo que significa la democracia: que todos los ciudadanos participen con igual voto en las decisiones públicas.
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